Los sargentos Rossi y Gallardo se comunicaron cuatro veces con el líder del grupo. Hubo una reunión en los días previos al ataque.
Por Gabriela Oprandi / Leonardo Nieva
Traición. Los sargentos Diego Rossi (izq. arriba) y Mauro Gallardo (izq. abajo) conocían a las víctimas: el teniente Darío García (arriba izq.) y el subteniente Rubén Fangio (arriba der.), asesinados en una emboscada el 23 de noviembre pasado.
La pista que orientó la investigación surgió a partir del entrecruzamiento de un millón y medio de comunicaciones telefónicas realizadas antes, durante y después del frustrado golpe al camión blindado en el que murieron dos policías que realizaban tareas adicionales como custodios. En el abanico de contactos aparecieron dos nombres clave: Diego Sebastián Rossi, de 33 años, y Mauro Ricardo Gallardo, de 29, dos sargentos de policía que prestaban servicio en distintas reparticiones de San Nicolás, y que fueron detenidos el martes pasado acusados de ser los “entregadores”.
Según fuentes judiciales y policiales consultadas por PERFIL, los acusados se habrían reunido con algunos miembros de la organización para preparar el golpe y cruzaron al menos cuatro llamadas en las horas previas al golpe.
Desde un primer momento, los investigadores del caso sospecharon la intervención de una “mano policial” en el armado del golpe. ¿Por qué? Porque los autores conocían detalles muy finos de los movimientos del transporte de caudales del Banco Provincia que fue interceptado a tiros en la autopista Panamericana el 23 de noviembre del año pasado. Por ejemplo, sabían que llevaba una suma de dinero no habitual (19 millones de pesos y 200 mil dólares), una información que sólo podían manejar los policías encargados de la custodia o un empleado de la entidad bancaria.
Por eso, los detectives pusieron la lupa en los hombres que participaron del operativo de seguridad que rodeó el traslado del camión blindado. Sin embargo, el progreso de la investigación no aportó ningún dato que permitiera vincular a los efectivos que fueron testigos de los crímenes del teniente Darío García y el subteniente Rubén Fangio con los 15 ó 16 hombres que participaron de la emboscada.
Los entregadores. Según fuentes judiciales, las primeras capturas que pidieron los fiscales Facundo Flores y Cristian Fabio, a principios de diciembre del año pasado, sirvieron para profundizar la hipótesis que indicaba la posible colaboración de miembros de la Bonaerense. Antes de producirse las detenciones de Manuel Carrizo, Raúl Díaz y Manuel Gómez, quienes presuntamente formaban parte de la segunda línea de la organización, los investigadores comenzaron a analizar los vínculos y los teléfonos de los sargentos Rossi y Gallardo.
A partir de los resultados del entrecruzamiento de llamados realizado por el sistema VAIC II-Telémetrico se pudo corroborar que los policías sospechados realizaron cuatro llamados en los momentos previos a la interceptación del blindado. En todos los casos se comunicaron con el número de César “El Chivo” Guardo, el padre del “Sucio”, uno de los presuntos cabecillas de la organización abatido el 14 de febrero pasado en un tiroteo con la Policía. Lo que se sospecha es que esos llamados sirvieron como guía a los delincuentes que pocos minutos después interceptaron el paso del camión del Banco Provincia, en Garín.
En los días previos al golpe, el sistema detectó comunicaciones con otros dos miembros de la banda de la zona de San Nicolás que también están prófugos. “Son siete u ocho llamados”, dijo un jefe policial consultado por PERFIL.
Rossi y Gallardo, que coincidieron en la comisaría 2ª de San Nicolás, sabían detalles de los traslados de caudales porque realizaban adicionales como sus compañeros caídos. Por eso, no sorprendió que estuvieran presentes en el velatorio que se llevó a cabo el 24 de noviembre.
Según las fuentes, Rossi es el más comprometido de los dos. Varios testigos reconocieron haberlo visto en reuniones con otros acusados de participar en el golpe.
Los presuntos “entregadores” también tenían una relación cercana con Juan Chávez y Oscar Molina, los policías que viajaban en el blindado, y que pertenecían al Grupo de Apoyo Departamental (GAD), otro destino en común en el legajo de servicio de Rossi y Gallardo.
Por lo pronto, y a poco más de tres meses del frustrado intento de robo, el abanico de contactos analizados permitió unir a los policías con la facción de la banda que se movía por San Nicolás, y cerrar el círculo de sospechas sobre los entregadores.
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La firme intuición de los familiares
“Esto fue una entrega, alguien sabía bien los lugares por los que tenía que pasar el camión”, le dijo a PERFIL Zulma Chamorro, la mujer del teniente Dario García, a menos de una semana de que su esposo perdiera la vida cuando una banda de delincuentes intentó asaltar el blindado en el que iba el pasado 23 de noviembre.
Tras conocerse esta semana las últimas detenciones por el caso, entre ellas la de los dos policías que prestaban servicio en la ciudad de San Nicolás y que eran compañeros de los fallecidos, PERFIL intentó comunicarse con ambas familias. Pero esta vez prefirieron guardar silencio.
En noviembre pasado, la viuda de García había dicho a este diario que el único objetivo que ella tenía era seguir luchando para que sus hijos no perdieran el ejemplo que su papá les dejó, y sentenció: “Yo voy a salir adelante, y esto se va a esclarecer. El dolor se va a ir con el tiempo, pero el recuerdo no; eso me va a quedar para siempre ”.
En aquella oportunidad Chamorro contó que su esposo se iba a jubilar en dos años y que eligió ser policía porque había sido el “camino de toda su familia”. Además, dijo que García hacía apenas un mes que trabajaba como custodio del banco.
Perfil.com
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