Nelson nació y sintió una patada. Ese fue su primer contacto con el mundo. Pesaba tan solo unos gramos y todavía no se llamaba Nelson. Simplemente era un galgo. Un galgo recién nacido. al mes y medio de vida, Nelson, que no tenía nombre todavía, no podía ni andar. Se arrastraba como podía porque tenía una costilla rota, una fractura de fémur y otra de tibia y peroné. También sufría de osteoporosis avanzada, es decir, el síndrome de los huesos de manteca provocado por la desnutrición. Alguien de cuyo nombre carecemos, se había dedicado a jugar al fútbol y, mala suerte, a Nelson le tocó ser la pelota. Abandonado luego como una colilla de cigarrillo, su estrella cambió y terminó en brazos de alguien que se conmovió por su situación. Nelsón pasó por el quirófano y terminó con las patas inmovilizadas por seis clavos y seis agujas. Se necesitaba un hogar de tránsito por 6 largos meses, y apareció la persona indicada, una enfermera que se está encargando de curarlo por dentro y por fuera. A partir de ahí fue llamado Nelson.
Triste realidad la del galgo en Argentina, viven como cucarachas encerrados, entre rejas y a oscuras para que luego, cuando dejan de servir para cazar o correr sean abandonados, desnutridos y a punto de morir. Adopten galgos, permítanse el lujo de salvar una vida y conocer una raza de perros maravillosa.
Actitud Animal
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