Inicio

Sociedad

El Mundial gaucho: La aventura de 6 paisanos que vieron el partido en una pulpería que se quedó sin luz en los penales

El Mundial gaucho: La aventura de 6 paisanos que vieron el partido en una pulpería que se quedó sin luz en los penales

El Mundial gaucho: La aventura de 6 paisanos que vieron el partido en una pulpería que se quedó sin luz en los penales

10/12/2022

Categoría: Sociedad, xHoy1

Compartir:

PARAJE BELADRICH (provincia de Buenos Aires).- Las aves de rapiña sobrevuelan el campo, pacientes a la espera que un animal ceda ante el sol implacable. El molino tiene las aspas paralíticas, la ausencia de viento hace que se vean estampadas al paisaje rural. Las ovejas rasguñan el pasto seco, hace seis meses que no llueve en la región.

El monte de eucaliptus, único resguardo a la sombra en el páramo, esconde al paraje Beladrich, un delta agreste en el partido de San Pedro –en la Provincia de Buenos Aires- que convoca este viernes a cinco de sus doce vecinos a ver a la selección. Están reunidos frente al pequeño televisor de tubos encastrado en la pared del Almacén Beladrich que atiende Matías Fegan, de 38 años. “Pepo”, una cotorra enjaulada grazna con los vítores de los concurrentes en cada jugada albiceleste. La gata Bonita, no se inmuta con los festejos desaforados finales del conjunto argentino en su agónica victoria por penales contra Países Bajos.

Un ventilador de piso acondiciona el boliche que levanta temperatura con el calor humano. La antigua pulpería, construida en 1935, en otro tiempo convocaba a los gauchos a jugar al truco, beber y proveerse antes de encarar con faja y facón las profundidades de la llanura. Hoy se reconvirtió en una despensa familiar que sirve a la vez de posta de descanso a los trabajadores rurales de las estancias. “No se puede salir que te quema el sol ahí nomás”, dice Fegan vestido con boina negra, bombachas y alpargatas en la previa del partido. Fuma un cigarrillo y prepara las mesas para recibir clientes o amigos, como les dice, para él son indistintos.

“Nos enfrentamos a una sequía, unos calores terribles. No está quedando nada. Con estos calores no se puede andar en el campo, es muy difícil trabajar”, dice Fegan cuando el mercurio a la intemperie marca 38 grados. Baja de una furgoneta junto con Ramón. En sus hombros transportan dos reses de cuarenta kilos y abren las puertas del parador gaucho. A las 11.30 se abren las persianas de hierro del local que rechinan en sintonía con el sonido de las chicharras que despiertan al calor del mediodía que se acerca. El almacén es una barraca de ladrillo tostada por la luz abrasadora.

Tiene una mesa de billar y metegol. En los estantes se acumulan botellas de vino y Cinzano, detrás del mostrador, cerca de una balanza de principio de siglo XX, hay aceite, paquetes de yerba y alfajores. En la heladera se exhiben fiambres, quesos y embutidos. La barra tiene encima frascos de aceitunas en salmuera y maples de huevos de granja recién empollados, en la casa de Gladys, la abuela de Fegan que vive en el paraje. “La gente joven se fue toda, quedan los más viejos nomás. Se fueron a la ciudad a trabajar o estudiar. Nadie quiere tener animales ya, se mueren porque no les queda qué comer. Casi no queda pasto. Desde abril que no llueve.

No te da mucho el campo, yo tengo unos pocos animales, seis, y tengo que cortar pastos de las canaletas o darles maíz para que no se me mueran, es lo único que tengo para vivir”, dice Gladys, abuela del tabernero en su casa frente al almacén. Y agrega: “Me quedo a verlo acá, porque a la tarde se junta tanta gente en el boliche, ahora con los partidos del Mundial están todos pegaditos al lado del otro con el calor. Aliento desde mi casa a Messi”.

Aún quedan retazos de la histórica pulpería, de los tiempos en que era una cantina fronteriza a partir de la cuál surgieron sus primeros habitantes. En el cielo raso de madera permanecen los garfios donde antiguamente se colgaba la curtiembre, los cueritos las cinchas y las monturas. Por encima del televisor, un mural inmortaliza a José de San Martín. En 1813 cuando Beladrich aún estaba despoblado, el Libertador cruzó por aquellas pampas. “La cerveza acá se toma a dos manos, es la única manera. Hace mucho que no llueve”, dice Ramón de 53, y se seca con un pañuelo el sudor de la frente que le cae bajo el sombrero. Envuelve la botella en telgopor para que no pierda frío.“Este partido es fácil, más complicado son los rivales que vienen después. Estoy tranquilo, ganamos dos a uno”, arriesga antes del partido. Matías es más optimista y pronostica un dos a cero a favor de la albiceleste. Frente a la pulpería está la cancha abandonada, donde antiguamente jugaba El Universal el equipo de futbol de Beladrich que desapareció hace 40 años, dos años antes que naciera Fegan.

Los trofeos del equipo descansan encima de la repisa sobre las botellas de alcohol que se vacían con velocidad durante el partido. La camiseta del equipo local, como la recuerdan sus vecinos, era verde y blanca, rayada como la de Banfield.

A la hora del partido los concurrentes se acomodan donde pueden, en las banquetas de madera, en las sillas de plástico. A los que les cuesta manejar los nervios y la ansiedad de la pelota en juego se quedan parados. De Beladrich están Fegan, Ramón, su mujer y su hija. Después llegan Marcos, Alejandro, Richard y Rafael, un grupo de amigos de zona oeste de Buenos Aires que fueron a pescar por el fin de semana largo a Arrecifes.

Están acampando a orillas del río de Beladrich. “No estamos pescando nada porque no le estamos embocando con la carnada, tenemos hasta el sábado para mejorar la suerte. Queríamos conocer una pulpería, algo histórico por la zona porque nunca habíamos conocido y no nos íbamos a perder el partido de la selección. No hay nada más por acá. Caímos de casualidad, nos trajo el Google Maps”, dice Alejandro Los amigos ordenan un cuarto de salame, mortadela y queso. Piden la clave de wifi y preguntan si pueden pagar con billetera electrónica. “No hay nada de eso”, les responde Fegan cuando les trae el pedido.

La conexión más cercana se encuentra en una estación de servicio a 20 kilómetros La cerveza, el vino con hielo y un ventilador de piso son el remedio para bajar la temperatura. Las puertas están cerradas para que no entre el polvo que se levanta del camino. Los 38 grados apenas ceden cuando una nube pasajera tapa el sol para luego descubrirse otra vez sobre la despensa, que se vuelve una sartén. Fegan ocupa su lugar de cábala, junto al mostrador que atiende todos los días. Cuando suena el himno argentino en el televisor, el silencio es solemne. El único que se mueve es Cacique, un border collie que entra y sale del almacén.

Salvo por algunos gritos aislados, el primer tiempo transcurre silencioso, fundido con la calma del campo. Después llegó la asistencia de Messi, y el gol de Molina. El aire escatima, pero el aliento no se detiene. Un nubarrón de moscas vuela sobre el mostrador. Fegan lo fulmina con un rociador de insecticida.

En el entretiempo Fegan habla de sus inicios en el almacén. “Venía de chico con mi papá, nunca pensé que de grande me iba a hacer cargo del boliche. Antes era una pulpería, tenía de todo, ferretería, peluquería, carnicería, venía la gente a tomar. Empecé atendiendo los fines de semana hasta que me hice cargo cuando se fue el dueño anterior”, dice Fegan.

Hace diez años trabajaba en una granja de pollos en la zona, hasta que “compró la llave” del almacén, la forma de referirse a que tiene la licencia para gestionarlo, aunque el establecimiento sigue perteneciendo al antiguo propietario. “Los primeros años fueron durísimos, venía muy poca gente, pensé en dejarlo pero mis amigos me alentaron a seguir. Ahora se hacen peñas y los fines de semana llega el turismo”, dice.

La gran oportunidad de Fegan llegó en 2014, cuando el paraje Beladrich quedó en medio de la ruta trazada por el Dákar, la competencia internacional de automovilismo que por años se corrió a lo largo del país. “La gente acampaba fuera del almacén, y desde ahí se volvió un punto de encuentro”, recuerda. Para el segundo tiempo aparece Gladys, alentada por los gritos, no se quiere perder el evento.

A Fegan se le vuela la boina con el tiro libre rasante de Messi con el que casi convierte el segundo gol de la selección. La oportunidad de convertir para el capitán vendrá después con el penal. “Nos quedamos sin hielo”, se lamentan en el boliche. Los nervios vuelven con el descuento neerlandés que achica el marcador. Después todos se lamentan con los diez minutos adicionados por el referí sobre el final. El gol de Holanda sobre la hora transforma sus caras en preocupación.

Cae la tarde y en el horizonte aparecen nubes que oscurecen el cielo. El tiempo extra transcurre eterno, al ritmo de Beladrich. Llegan los penales y vuelve el silencio. Las dos atajadas del Dibu Martínez se gritan como un gol. Quedan dos penales para definir la serie. El viento se levanta, y las aspas del molino afuera giran velozmente. Argentina tiene que patear su penal cuando la luz se corta en el almacén. Todos maldicen la mala suerte y alguien corre a buscar una radio.

El boliche queda en las penumbras y afuera una ventisca de polvo entierra al almacén. Los vecinos se aventuran en la tormenta de tierra. Alguien enciende la radio de un auto, sintoniza las estaciones. La señal no ayuda. Hasta que da con la estación correcta. Argentina ganó. El polvo del camino es lodo. Argentina pasó a semifinales y en Beladrich llueve. Donde hace seis meses no llovía, llueve.

La Nacion

Comentarios de Facebook

Últimas noticias

Beneficiarios denuncian penalmente a Milei, Bullrich y Caputo por estafa

Beneficiarios denuncian penalmente a Milei, Bullrich y Caputo por estafa

Vecinos y vecinas de Procrear Avellaneda acusan desbaratamiento de derechos e incumplimiento de deberes tras la entrega de sus viviendas...

Avance médico en la Provincia: cirugías cardiovasculares a prematuros sin traslados

Avance médico en la Provincia: cirugías cardiovasculares a prematuros sin traslados

Dos bebés prematuros fueron operados con éxito en los hospitales de González Catán y Cañuelas, evidenciando el compromiso provincial con...

El Gobierno Nacional profundiza el ajuste en pleno invierno

El Gobierno Nacional profundiza el ajuste en pleno invierno

Esto impacta directamente en los hogares, el Gobierno desreguló el mercado de garrafas, eliminando controles de precios y sólo se...

La industria textil local en jaque por el avance de las importaciones

La industria textil local en jaque por el avance de las importaciones

La industria textil argentina atraviesa una crisis profunda, afectada por la caída del consumo interno y una creciente ola de...

Nuevas reglas de ARCA para compras desde el exterior

Nuevas reglas de ARCA para compras desde el exterior

Desde el 1° de julio de 2025, entrará en vigencia una nueva normativa de la Agencia de Recaudación de Control...

Publicidades

Empresa Sposito S.A. Eden 2 Labul Forrajería

Noticias relacionadas

Interés general

Por obras paralizadas.

Por obras paralizadas.

Mar del Plata enfrenta una crisis por la interrupción del suministro de gas en plena ola polar En plena ola...

Leer nota

Interés general

El fallo contra YPF y la soberanía nacional. Por Alejandro Olmos Gaona

El fallo contra YPF y la soberanía nacional. Por Alejandro Olmos Gaona

Con motivo del disparatado fallo de la juez Loretta Preska, que ordenara entregar las acciones de YPF al fondo Burford,...

Leer nota

xHoy1

Visita de Lula a Cristina Kirchner: «un acto político de solidaridad»

Visita de Lula a Cristina Kirchner: «un acto político de solidaridad»

 |La expresidenta Cristina Fernández de Kirchner recibió en su domicilio a Luiz Inácio Lula da Silva, actual presidente de Brasil,...

Leer nota

Sociedad

Kicillof celebró los 15 años del programa Envión junto a más de 4.000 jóvenes bonaerenses

Kicillof celebró los 15 años del programa Envión junto a más de 4.000 jóvenes bonaerenses

El gobernador Axel Kicillof encabezó este miércoles, en Avellaneda el acto por el 15° aniversario del programa Envión, acompañado por...

Leer nota