Del asado del veto al balcón del 52,9% de pobreza y la frialdad frente al infierno cordobés, el presidente perdió el timing y juega al límite. ¿Provocación o disociación? Una sombra cae sobre Karina. Otro “ministro” afuera. La Corte orejea. El peronismo pausa sus furias.
El dato inocula fervor en el ecosistema libertario que prorrogó el blanqueo y estima que puede llegar, solo en depósitos, a 15 mil millones. Pero contrasta con el 52,9% de pobreza que informó el Indec y, en particular, con el aumento de la indigencia, que se duplicó en un año: trepó hasta 18% y en menores de 14 años llega a 27%. Dos países: blanqueo récord con indigencia explosiva.
Javier Milei parece habitar –o ver- solo el primero. Lo reflejan la foto en el balcón de la Casa Rosada junto a Susana Giménez casi en simultáneo que se informó que 25 millones de argentinos son pobres y la que posteó en X Karina Milei junto la diva y el boyero de Berna Thor -hasta ahora único perro presidencial fotografiado- a las 16, exactamente a la misma hora en que el Indec publicó las cifras. Las postales se suman a otras: la del asado en Olivos para celebrar el veto al aumento a jubilados y la de la excursión, paradójicamente gélida, a la provincia de Córdoba acosada por los incendios.
Se agregó, este sábado, el acto político del presidente con su staff de leales en el Parque Lezama de la Ciudad de Buenos Aires. El show tuvo todos los condimentos de un inicio de la campaña electoral. Las imágenes de colectivos para trasladar militantes terminaron de vestir de casta un acto que en el contexto social fue inoportuno y en términos políticos innecesario. Al margen de la logística clásica, Milei recitó un libreto repetido, endogámico, destinado a los propios, y buscó subir al ring al kirchnerismo. La novedad la aportó el discurso breve y bastante confuso de Karina. Al final, la hermanísima armó un acto para hablar ella y para que su hermano haga lo mismo: hable de ella.
¿Milei en el tobogán?
¿Es una cadena de tropiezos que, sin timing, Milei no lograr advertir como errores peligrosos? ¿O el libertario, que hasta acá no tuvo costos por sus extravagancias, cree que su comportamiento le da réditos? Milei hizo campaña con una motosierra y la promesa de un ajuste feroz. Quizá no se aprende a ser empático o sensible, pero un gobernante debería entrenar el pudor de no celebrar, o al menos de no alardear de su insensibilidad, frente al dolor de otros. ¿Disociación o provocación? Todavía no hay respuesta clara.
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El pool de encuestas que certifican la caída de la imagen personal del presidente o de la gestión de gobierno –hay, en eso, múltiples matices– pueden leerse como una pista sólida. Los consultores que detectaron la baja en septiembre dicen que el movimiento se debe verificar en estos meses. Entre los que registraron la pendiente a partir de junio o julio la duda es si seguirá hacia abajo o si se construyó un nuevo piso/techo de apoyo/rechazo a Milei.
Detrás de los números, asoman otras sombras. En los focus group de la consultora Proyección se registró una novedad: la mención espontánea, con referencias negativas, de Karina Milei. Santiago Giorgetta, analista de Proyección, lo llama “satélite negativo” y especifica que se trata de “un mecanismo de defensa que toman los simpatizantes de Milei que, para no cargar contra el líder, responsabilizan al entorno”.
En los “cualis” de Proyección aparecen referencias claras a que lo malo del Gobierno es Karina, a quien “nadie votó, no está preparada, no estudió nada», el reclamo de que “no la tendrían que escuchar tanto” o algo más delicado para la autoridad del presidente, que “al final parece que la hermana es la que lleva la voz de mando y eso está mal ¡si de economía no sabe nada!”. Y una pregunta: «¿Que hacía en la ONU?».
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