No son gratuitos, en términos sociales, los despidos que muchos trabajadores de nuestro medio han sufrido en los últimos meses. Como se ha mencionado hasta el cansancio, los despedidos dejan de percibir su sueldo y eso provoca que circule menos dinero en la población, en un principio, pero también provoca la retracción de una serie de tareas paralelas que habitualmente se conocen como changas, lo que perjudica en gran medida a quienes trabajan en esa especie de mercado semi marginal y que ahora ven comprometido su futuro ya que el trabajo que realizaban ha mermado en casos y en otros directamente ha desaparecido.
Si se multiplica la cantidad de despedidos por el monto de sus sueldos, tendremos una cifra de monto significativo que ha desaparecido de la economía local. La repercusión de eso se percibe tan solo recorriendo las calles y mirando con atención. Vaya a manera de ejemplo lo que ocurre en una cuadra céntrica, que siempre estuvo ocupada por comercios, la de San Martín entre Malabia y Santa María de Oro que, a la rémora del edificio desprolijo y en estado de semi abandono de la esquina frente a la Plaza Mitre, suma una serie de locales en los que había comercios que ahora ya no están, pero esos sitios permanecen vacíos, algunos con el cartel «Se alquila» y otros, cerrados desde hace meses, ni siquiera con eso.
Si la recorrida se hace por zonas que no son las más céntrcas es panorama se agrava ya que los locales en alquiler se multiplican, hecho que resulta natural ante la contingencia que se afronta.
Ante un mercado que se ha achicado sin duda alguna, se produce un nuevo fenómeno cual es la apertura de nuevos locales comerciales del rubro supermercados y que brotan como hongos tras la lluvia dándose el caso de algunos separados entre sí por escasos metros, Además, su creciente número hace que termine la población preguntándose si la cantidad de bocas de expendio guarda relación con el poder de consumo de Baradero; se dirá que es problema de los dueños de esos comercios pero su excesivo número terminará provocando el cierre de algunos y el perjuicio que se deriva de ello. Y es que se observa que mientras crece el número de comercios al mismo tiempo se cierran las industrias es seña de que las cosas no están bien. En los países escandinavos y otros de similar desarrollo, una característica es que no existen demasiados comercios, las personas trabajan en distintos lugares de la industria, el comercio o dependencias del estado en carácter de empleados y quienes se dedican a mercar son los menos y, por lo general, existen grandes comercios siendo inexistentes los que conocemos entre nosotros atendidos por sus propios dueños. La sociedad se organiza de tal manera que el cuentapropismo resulte una rareza y no como entre nosotros donde cada vez son más los que así trabajan.
No se ve, hasta ahora y a corto plazo, solución al problema ya que nuestra población continuará creciendo y seguiremos, de continuar como hasta ahora, «exportando» nuestros jóvenes a ciudades vecinas, pero esto también está en jaque ya que, con la contracción económica que sufren las localidades aledañas a Baradero y en las que muchos de nuestros vecinos trabajan, el panorama no resulta prometedor. No es cuestión de dejarse ganar por la angustia, pero tampoco de restarle importancia. Se trata de pensar con la propia cabeza y, así, evitar que otros piensen por nosotros y nos digan qué es lo que hay que hacer.
El Diario de Baradero
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