“Ahora te toca a vos”, le dijeron a Agustín Scott los policías que lo escucharon gritar en medio de la calle a favor de Hipólito Yrigoyen, que había sido derrocado. Tenía apenas 13 años, pero no importó: lo llevaron detenido a la Comisaría, porque en la Argentina de 1930 mandaba la Ley Marcial, y comenzaba la primera década infame del Siglo XX.
Sentado en una silla del negocio que lleva adelante hace más de 30 años, Agustín hace gala de una memoria envidiable. El domingo último cumplió 100 años y este viernes recibió a 0223 en su trabajo, donde sigue asistiendo diariamente. «Fui preso por gritar en favor de Yrigoyen», recuerda, vestido con un traje a cuadros, una camisa celeste y una corbata roja y azul.
Aquel episodio que marcó la salida del primer presidente radical de la historia argentina lo recuerda como uno de los hechos que más lo marcó en su vida. «Era muy joven, tenía 13 años. Sufrí mucho cuando estuve en la comisaría. Me hicieron barrer, no sé si gasté la vereda o la escoba de tanto barrer», recuerda con una sonrisa.
Nació el 12 de febrero de 1917 y ahora, apenas ayudado por un bastón, entra al comercio de bobinados y resortes en Córdoba al 3300, que abrió hace más de 30 años. «Es una continuación de otro negocio que teníamos a una cuadra y media de acá. Lo mudamos porque aquel nos resultaba demasiado chico», aclara el hombre que llegó a Mar del Plata en 1953.
Recuerda otros dos hechos destacados del Siglo XX. Uno es la desaparición de una gobernación argentina: Los Andes. «Las tierras fueron divididas entre Santa y Jujuy. Eso hay muy poca gente que lo sabe», dice Agustín. El otro evento es «la revolución de Perón, en el ’55» aunque, aclara, «para mí no fue eficaz en la parte económica».
Scott también cuenta que en su época de juventud era arquero de las inferiores de Boca. Al club de la Ribera llegó de la mano de su tío Juan Antonio Farenga, uno de los fundadores de la institución. De aquella época, todavía tiene vivos recuerdos del goleador Pancho Varallo. «Tenía un tiro formidable», afirma.
A pesar de no haber nacido en Mar del Plata, no duda en afirmar que es una ciudad «hermosa», de «las más bellas del mundo». «La parte de la costa está muy cuidada, pero falta mucho por hacer», sostiene el hombre que conoce Paraguay, Bolivia, Chile, Francia, Italia, Alemania. «Ah… y en Japón estuve dos veces. La segunda vez compartí la vivienda con una familia japonesa, algo que no es común», recuerda.
Agustín tiene dos hijos, cuatro nietos y dos bisnietos. «Es lo más importante que tengo. Nos juntamos siempre», se despide. (InfoGEI)Jd
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