
El sacerdote Javier Olivera Ravasi, quien organizó una reunión de diputados libertarios con represores como Alfredo Astiz en la cárcel de Ezeiza, fue expulsado de la Diócesis de Zárate-Campana debido a «numerosas quejas por sus expresiones y actitudes contrarias al testimonio cristiano». La decisión fue respaldada por la Conferencia Episcopal, y el papa Francisco mostró apoyo a las víctimas de la dictadura. Olivera Ravasi, hijo de un exmilitar condenado por violaciones a los derechos humanos, había solicitado temporalmente residir en la diócesis, pero no se le permitió continuar allí.
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