La Santa Sede rechazó las acusaciones de que el papa Benedicto XVI ignoró el caso de un cura acusado de abuso sexual de 200 menores en Estados Unidos hace dos décadas.
El Vaticano negó haber encubierto el caso del cura abusador de niños sordos. La Santa Sede rechazó las acusaciones de que el papa Benedicto XVI ignoró el caso de un cura acusado de abusar sexualmente de 200 menores sordos en Estados Unidos hace dos décadas.
Un editorial del periódico del Vaticano, L’Osservatore Romano, calificó a los alegatos de «innobles» ataques al Papa y aseguró que no hubo «encubrimiento», como reportó el jueves el diario The New York Times.
Por su parte, un asesor del Papa, el cardenal José Saraiva Martins, le dijo a los periodistas en Roma que hay una «conspiración» en contra de la iglesia, pero no especificó quiénes son los responsables.
Entre tanto, un grupo de víctimas de abusos cometidos por clérigos fueron detenidos brevemente por la policía italiana cuando improvisaban una conferencia de prensa sin autorización en las afueras del Vaticano, según publicó el portal BBC Mundo.
El caso que divulgó The New York Times se remonta a la década de los años 90, cuando un arzobispo de Estados Unidos se quejó del cura Lawrence C. Murphy ante la Congregación para la Doctrina de la Fe -la oficina del Vaticano que manejaba el futuro pontífice, Joseph Ratzinger-y aparentemente no recibió respuesta.
Murphy fue acusado de haber abusado sexualmente de unos 200 niños en la escuela para sordos de Saint John, en el estado de Wisconsin, entre 1950 y 1974.
Arthur Budzinski, quien ahora tiene 61 años, afirmó que el Papa debería confesar lo que sabe: «Todo conduce a él; él estaba a cargo de este tipo de casos».
Pero el portavoz oficial del pontífice, Federcio Lombardi, dijo que el caso sólo llegó al Vaticano en 1996, dos décadas después de que la diócesis de Milwaukee, en Wisconsin, se enterara de las acusaciones y dos años antes de la muerte de Murphy.
Lombardi agregó que se le solicitó a la diócesis que limitara el ministerio del padre Murphy y que le pidiera al sacerdote que aceptara su total responsabilidad por la gravedad de sus actos.
El portavoz añadió que la policía investigó las denuncias en ese momento, pero no presentó cargos.
El corresponsal de la BBC Robert Pigott comentó desde Milwaukee que este caso es particularmente impactante, porque el cura no sólo abusó de niños sordos -como él mismo reconoció antes de morir en 1998-, sino que además fue transferido a otra diócesis en la que seguía teniendo contacto con menores.
Piggot aclaró que, si bien no hay evidencia directa contra el entonces cardenal Joseph Ratzinger, es una incómoda confluencia de eventos para el Vaticano.
Cinco hombres presentaron una demanda contra la arquidiócesis de Milwaukee, alegando que no tomó medidas suficientes en contra del cura acusado de pederastia.
Según las denuncias, Murphy acosaba a sus víctimas en sus dormitorios, en viajes escolares e incluso en el confesionario.
De acuerdo al corresponsal de la BBC en el Vaticano, David Willey, «casi no pasa semana en la que no haya en los medios de comunicación una nueva acusación de abusos sexuales de niños por parte de sacerdotes católicos».
Willey añadió que las excusas del Vaticano son «bastante débiles» y que la evidencia muestra que los curas denunciados frecuentemente eran trasladados a otras parroquias en lugar de ser castigados.
La semana pasada, el Papa pidió disculpas a las víctimas de décadas de abusos sexuales y maltratos por parte de clérigos en Irlanda.
Pero aún no se pronunció sobre su manejo de un caso pederastia cometida por un sacerdote alemán, que ocurrió cuando Ratzinger supervisaba la arquidiócesis de Munich.
El reverendo Peter Hullermann había sido acusado de abusar de niños cuando el ahora pontífice aprobó su transferencia en 1980 a Munich, con el fin de que recibiera tratamiento psicológico.
Hullermann fue declarado culpable de abusar de un menor en 1986, pero siguió dentro de la Iglesia Católica por otras dos décadas.
26noticias.com.ar
HAY QUE CUIDAR A NUESTROS HIJOS EN TODAS LAS RELIGIONES NO SOLO EN LAS CATOLICAS
EL DECRETO SECRETO DE RATZINGER SE LLAMA «CRIMEN SOLICITATIONIS» Y SILENCIA CALLA TAPA Y ENCUBRE A LOS CURAS PEDERASTAS PAIDOFILICOS.
AL SR DEL COMENTARIO ANTERIOR LE DIGO QUE CUIDE A SUS HIJOS DE LOS CATOLICOS EXTREMOS
¿ES VERDAD LO QUE CUENTAN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN?
Con precisión de relojero, algunos medios de comunicación nos han ido «informando»-es decir bombardeando- los casos de conducta escandalosa protagonizados por miembros del estamento eclesiástico en Irlanda, Alemania, Austria, Holanda. Tras las denuncias del Informe Ryan sobre los abusos en Irlanda, la prensa ha ido destapando sistemáticamente, día tras día -como lanzando bombas que persiguen su objetivo- historias antiguas, muchas de ellas juzgadas y archivadas, hace veinte o treinta años.
Un material inflamable publicado ahora con el objetivo de poner bajo sospecha todo el clero católico. ¿Qué hay tras los escándalos? ¿Por qué precisamente ahora? La intención es clara: se trata de instalar en el imaginario colectivo la figura de una Iglesia que ya no es sólo un cuerpo «extraño» en la sociedad posmoderna, sino una especie de monstruo la propuesta moral y la disciplina interna de la cual vierten a sus miembros a la anormalidad y al abuso.
Según el sociólogo italiano Massimo Introvigne, el debate introducido actualmente sobre los sacerdotes que han cometido abusos es un ejemplo típico de «pánico moral», término que se acuñó hacia 1970 para explicar que algunos problemas son objeto de una «hiperconstrucción social». Los «pánicos morales» han sido definidos por los sociólogos como problemas socialmente construidos, y caracterizados por medio de una amplificación sistemática de los casos reales, tanto en la representación mediática como en la discusión política. Problemas sociales que existen desde hace decenios son reconstruidos como «nuevos» en las narrativas mediáticas y políticas, y son presentados como si nos encontráramos ante una presunta y dramática escalada. Los «pánicos morales» no hacen bien a nadie. Más aún, distorsionan la percepción de los problemas y comprometen la eficacia de las medidas que deben resolver. Ciertamente, no se inventan los problemas, pero se exageran las dimensiones estadísticas. Buscando analogías, y en otro orden de cosas, ¿qué podríamos decir sobre el periodo que nos han estado vendiendo la «Gripe-A»? ¿Alguien se acuerda? ¡Ha caído en el olvido! Los datos de los que se partía eran reales, pero la «hipercostrucción», al servicio de grandes intereses, era aún más real.
¿Es verdad lo que cuentan los medios de comunicación? Que los datos sobre la pedofilia son reales, no lo dudamos. El punto de partida es cierto: hay -y ha habido- clérigos pedófilos. Algunos casos han concluido con condenas definitivas y los mismos acusados nunca se proclamaron inocentes. Estos casos -en los Estados Unidos, Irlanda, Australia- explican las severas palabras del Papa y su petición de perdón a las víctimas. ¡Sólo que los casos hubieran sido dos, ya sería demasiado! Ellos solos ya serían una llaga purulenta en el cuerpo de la Iglesia. Pedir perdón, pero, aunque es algo noble y oportuno, sabemos que no es suficiente. Lo importante es que los casos no se repitan, y en este sentido, es indiferente saber si los casos han sido dos, doscientos o mil. Ahora bien, no es en absoluto irrelevante informar sobre si el número de casos es más o menos numeroso entre los sacerdotes y religiosos católicos de lo que sucede en otras categorías de personas. Y aquí los «media» callan. En Alemania, por ejemplo, de los 210.000 casos de abusos en el conjunto de la sociedad denunciados desde 1995, sólo 94 corresponden a eclesiásticos. Los medios de comunicación omiten poner estos números de la vergüenza eclesial en relación a la totalidad brutal de un problema que afecta a toda la sociedad. Omite explicar, por ejemplo, que en los Estados Unidos eran cinco veces más los casos imputados a pastores de comunidades protestantes, o que en el mismo período en que en este país fueron condenados cien sacerdotes católicos, fueron cinco mil los profesores de gimnasia y entrenadores deportivos que sufrieron idéntica condena. ¡Y aquí nadie ha exigido cuentas a dicha federación deportiva! Y, si queremos todavía un dato aún más aterrador, podemos tomar nota: el ámbito más habitual de los abusos sexuales a menores es precisamente el interior de la familia, en la que se pueden contabilizar dos tercios del total de los casos denunciados.
El caso de la iglesia americana es, con todo, muy impresionante: del 1950 al 2002, más de 4.000 sacerdotes americanos (sobre 109.000) fueron acusados de relaciones sexuales con menores. Atención, sin embargo, porque de éstos, sólo poco más de un centenar fueron condenados por tribunales civiles. El bajo número de condenas por parte del Estado deriva de varios factores. En algunos casos las verdaderas o presuntas víctimas denunciaron sacerdotes ya difuntos, o los delitos habían prescrito. Los casos de sacerdotes acusados que eran inocentes es también importante. Estos casos se multiplicaron en los años noventa, cuando algunos bufetes de abogados vieron que podían arrancar transacciones millonarias hasta sobre la base de simples sospechas. En Irlanda, el Informe Ryan, sobre todo el estudio de lo que sucedió en el «John Jay College» ha puesto de manifiesto abusos graves en escuelas y orfanatos dirigidos por religiosos, hechos que raramente condujeron a condenas y que raramente pueden ser juzgados de pedofilia, y sí por el contrario de relaciones con adolescentes.
Si en la Iglesia católica ha habido efectivamente un problema, éste no está relacionado con el celibato -al que se quiere poner indebidamente en el punto de mira-, sino con una cierta tolerancia de la homosexualidad en algunos seminarios, durante los años setenta, problema que Benedicto XVI está corrigiendo con mano firme. La lectura de ciertos artículos en la prensa y lo que se dice en ciertos debates nos muestra que lobbies muy poderosos buscan descalificar preventivamente la voz de la Iglesia con la acusación más difamatoria y hoy, la más fácil de «construir» y lanzar opinión pública: la de favorecer o tolerar la pedofilia. Estamos ante una operación el objetivo de la cual no resiste un análisis cuidadoso de todos los datos sobre lo que pasa en nuestras sociedades. ¡Alguien ha decidido embarrar toda la Iglesia!
Autor: Manuel Valls i Serra | Fuente: http://www.parroquiasarria.net/
LADRAN, SANCHO, SEÑAL DE QUE ESTAMOS AVANZANDO…