El domingo 9 de junio luego de perder las elecciones europeas el presidente Emmanuel Macron generó un terremoto político, disolvió la Asamblea Nacional y llamó a elecciones. La extrema derecha de Agrupamiento Nacional (RN), ganadora de la primera vuelta, tenía las mejores expectativas para obtener una mayoría de diputados en el balotaje. En sólo cuatro días La Francia Insumisa (LFI), el Partido Socialista (PS), el Partido Europa Ecología Los Verdes (EELV) y el Partido Comunista (PCF), armaron una coalición de izquierda, el Nuevo Frente Popular (NFP). Esta coalición, en base a un programa y a candidatos comunes, ha logrado ganar la mayoría relativa en la Asamblea Nacional, donde alcanza unos 190 diputados.

El discurso de Jean-Luc Mélenchon tras el cierre de las urnas propuso medidas inmediatas para el nuevo gobierno: aumentar el salario mínimo, derogar la reforma que elevó la edad de jubilación de 62 a 64 años y congelar los precios de productos esenciales. Estas propuestas son fundamentales en el programa de la NFP.

La reacción política fue inmediata y tumultuosa en los medios franceses. El primer ministro Gabriel Attal anunció su intención de renunciar el lunes, en respuesta al discurso de Mélenchon.

Por su parte, Jordan Bardella, quien sufrió una notable derrota considerando sus altas expectativas, criticó duramente lo que llamó una «alianza del deshonor» entre Macron, Attal y la extrema izquierda. Según Bardella, estas fuerzas políticas forman un «partido único» que ha frustrado a millones de franceses.

Sin embargo, la realidad es que el frente republicano formado por socialdemócratas, liberales de derecha y la izquierda logró evitar que la extrema derecha obtuviera la mayoría. No obstante, esta alianza está lejos de ser un gobierno cohesionado o un «partido único».

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