De acuerdo a lo que veían en la interacción con chicos y chicas de la ciudad de Tandil, para la ONG “Conviviencia en Diversidad” era necesario ofrecer un refugio a quienes, buscando comprensión, sólo encontraron desprecio.
Por eso, trabajaron por este objetivo, y en el mes de marzo abrieron en la localidad serrana el primer hogar de contención para homosexuales de la provincia de Buenos Aires. Finalmente, este espacio fue formalmente inaugurado días atrás.
Según su experiencia, el rechazo que sufren muchos chicos llega en casos extremos a que queden en la calle por no ajustarse a las normas que sus entornos creen adecuadas. «Hay familias que los expulsan de su casa cuando les dicen que son gays o lesbianas”, contó a El Editor, Gustavo Pernocine, referente de la organización.
Como la capacidad es acotada, el hogar funciona como un lugar de tránsito hasta que aparece un familiar o un amigo dispuesto a dar alojamiento. Sin embargo, a nadie se lo echa ni se le pone plazo. “Abre a las cuatro de la tarde y cierra a las cuatro de la mañana, de lunes a lunes. Aunque una emergencia se atiende en cualquier momento del día», detalló el tandilense.
Sin subsidios ni apoyos, los integrantes de Convivencia en Diversidad la sostienen a pulmón. “Es un proyecto autogestivo, hacemos un esfuerzo gigante», dijo al respecto y añadió: «Hay un activista que gana 1600 pesos por mes y vive en la otra punta de la ciudad, y dos veces por semana se viene caminando para dar una mano».
Por las noches, en el hogar se desarrollan distintas actividades organizadas por los activistas. Sólo una no los involucra. Es un grupo denominado «FyA», destinado a familiares y amigos de personas homosexuales. Sus impulsores son padres y madres que también enfrentaron el momento en que sus hijos revelaron su verdadera orientación sexual. «Ese ámbito brinda la posibilidad de charlar de padre a padre -cuenta Gustavo-. Que un padre le transmita a otro su experiencia y sus vivencias es de gran ayuda».
De este modo, la casa apuesta a ser un refugio para todos. Y entre ellos también se incluyen a quienes tienen su casa, pero no tienen con quién compartirla. «Hay una situación que no se visibiliza pero acá se ve: la soledad del gay adulto», cuenta Gustavo. Y revela un dato: lejos de lo que podría pensarse, al hogar acuden más personas grandes que jóvenes. «El adulto que perdió a sus padres y no formó una familia se queda prácticamente solo, porque la mayoría de la gente de su edad no lo acepta. Entonces empieza a extrañar algo fundamental, el vínculo con el otro». Ellos hacen de este lugar su hogar, la posibilidad cierta de volver a construir vínculos, explica el portal local El Editor .
Con todo, la idea se destaca por su propuesta innovadora. Según registros de la propio ONG, solo existe una casa de similares características en la provincia de Santa Fe y otra para personas trans en la ciudad de Buenos Aires. En este tren, esperan en algún momento, poder contar con asistencia del Estado. (InfoGEI) Ga
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