Por Inambú Carrasquero – En el colmo de la exasperación y quizá, cargando o resumiendo el peso de la bronca de todos sus compañeros oficialistas, el Concejal Daniel Depauli, tomó el expediente que contenía todas las actuaciones sobre la Ordenanza aprobada recientemente, que regulaba la habilitación de comercios y grandes espacios comerciales en nuestra ciudad, y, luego de escuchar la surrealista explicación del Intendente: “¡ Se me chispoteó!!!”, lo rompió en pedazos, olvidándose de la compostura que un Concejal debe guardar y de que se trataba de un documente público. Imagino la escena y veo los papeles volando por el despacho, como en una cancha de fútbol, hasta quedar todos en el piso, a los pies del intendente, la cara de sorpresa de éste y al Concejal Depauli, sacudiéndose las manos, girar sobre sus talones airadamente y diciéndole a sus petrificados compañeros: “Vamos, no se juntes con esta chusma!!!, ¡ Qué la próxima vez vaya a vetarle una ordenanza a su abuelita!!!”. Un médico por aquí, por favor !!!
Realmente, lo que está aconteciendo en nuestra ciudad, es la expresión del más puro surrealismo y del bueno, lo cual no da, precisamente, para enorgullecernos.
Es cierto, que los niveles de responsabilidad, no son los mismos para las autoridades que para la población, pero debemos reconocer, a la luz de los acontecimientos que se dan día a día, superando la más prolífica imaginación, que estamos fallando absolutamente todos.
Las autoridades son las que DEBEN ponerse al frente de la reconstrucción de esta ciudad destruida físicamente y malherida en lo institucional y en lo moral; pareciera que se han confeccionado prolijamente una lista con las peores actitudes para llevar a cabo, como forma de aplastar más, si se puede, el espíritu desorientado de los baraderenses, dando el más deprimente ejemplo de inacción, desidia, desinterés, capricho, necedad y falta de responsabilidad, inteligencia y sensibilidad.
¿Qué están esperando para dar un paso, que si no es para adelante, bien puede ser para el costado, pero para algún lado, si tuviesen la amabilidad..
Cómo puede ser que a un mes de los terribles hechos del 21 de Marzo, todavía el intendente ande dando vueltas como burro en la noria, sin reestructurar y poner a funcionar como se debe, el área de tránsito?.
Cómo podemos entender la inexplicable y ridícula actitud, rayada con el mal gusto y la mala educación, cuando, luego de convocar a una excelente persona, que cuenta con el aprecio y el reconocimiento, me atrevo a decir, que de todos, como el Sr. Miguel Manguich, que se manifestó dispuesto a colaborar con el aval de su partido, el intendente, en el colmo de la descortesía, no volvió a convocarlo, ni para confirmarlo ni para desestimarlo; en cambio, había comunicado su decisión al respecto a un lamentable personaje por todos conocido. Provocando así, una nueva e innecesaria situación de conflicto.
Y cómo es posible que recién ahora, los Concejales reaccionen pidiendo al ejecutivo que informe sobre que piensa hacer con dicha área. ¿Esta es la capacidad de reacción que detentan nuestros representantes?; el Concejal Elmer, declaró días pasados, en medio de otras tibiezas, “nos hace falta un poco de pimienta”. ¿Otro Médico terapista por aquí rápido !!.
Como si no tuviéramos suficiente, el intendente, encima de no hacer nada, cuando hace algo, es un papelón de antología; ¡Hay que tener cara para vetar una ordenanza, vaya a saber por qué y luego, también vaya a saber por qué, decir que se equivocó, que fue un error!!.
El ejecutivo, presa de la inacción, la incompetencia y la ineficacia, se muestra incapaz de proceder y la oposición, presa de la inercia y, dolorosamente, pareciera que de la falta de compromiso, no exige ni presiona y continúa pidiéndole permiso a una pierna, para mover la otra; viendo tantos ejemplos difícilmente edificantes, solo nos resta preguntarnos: ¿Y ahora, quién podrá defendernos?.
Quedamos nosotros, la población, pero, ¿Qué debemos y podemos hacer nosotros?.
Hace un tiempo reflexionaba acerca de la relación entre las autoridades y la ciudadanía; afirmaba que de la actitud de los gobernantes, de la autoridad moral que detenten, depende la relación que logren establecer con sus gobernados. Existe tal distancia entre la escena política que observamos y la problemática que urgentemente tenemos que resolver, que la desorientación, el escepticismo y el descreimiento nos han paralizado frente a esta situación de emergencia, en la que ni siquiera sabemos dónde y de qué manera podremos empezar a hacer algo.
De todos modos, es responsabilidad de nuestros representantes, ejercer el liderazgo que les corresponde y no exponer a esta ciudad a nuevos, peligrosos e inútiles conflictos; si no son capaces de hacerlo, siempre está la posibilidad de renunciar y así, por lo menos, no estorbar.
Esto no justifica que nosotros sigamos sin hacernos cargo del compromiso que sí, podemos asumir; sin ir mas lejos, si las personas que vieron la noche del domingo, el desquiciado raid por las calles del pueblo, del auto que, en una esquina fatal, apagó para siempre la maravillosa sonrisa de Celeste, hubieran dado aviso a la policía, por ejemplo, nos hubiéramos evitado tal vez, un nuevo y punzante dolor que nos sume en la frustrante sospecha de que no tenemos remedio.
Finalmente, permítame el autor de la columna “El vacío”, publicada en esta página, repetir aquí, esas últimas palabras, qué resumen cruda, dolorosa, pero perfectamente nuestra “real realidad “:
“Hoy los que apedrean son ustedes, los dirigentes, con actitudes soberbias, improvisadas y una mirada autista”.
Inambú Carrasquero
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