Cada 2 y 4 años el país se prepara para el proceso eleccionario donde los candidatos políticos no tardan en dar a conocer sus propuestas y discursos con tal de ganar la simpatía y cooptar la voluntad de los electores. Sin embargo, hay quienes indistintamente a su ideología, en su lealtad a los candidatos o partidos caen en el denominado fanatismo político, y por ejemplo la tan comentada “brecha” es precisamente una hija dilecta de ese fanatismo. Según la literatura, el fanatismo está condicionado a unas ideas enmarcadas a una realidad psicológica (como puede ser autoestima baja) donde bajo cualquier método quieren imponer unas ideas. El fanatismo se convierte en un problema porque el individuo busca imponer sus creencias, pues se cierra, no quiere escuchar las diferencias de ideas ni de grupos y se vuelve un punto de vista totalitario. Las características está que remite mucho en la historia, en el pasado y no se ubica en el presente sociológico. Mientras tanto el sujeto que cuestiona, tiene análisis crítico, se ubica en la realidad, en lo que está pasando en el aquí y ahora.
En el caso de la política, el pensamiento fundamentalista de hace 20 años hasta el presente ha mostrado un aumento en la violencia inter grupal, interétnica, violencia contra el género, así como violencia religiosa y con la propia política en donde literalmente tenemos genocidios u homicidios. En cuanto al fanático al imponer las ideas proyecta en su discurso que no tiene análisis crítico. Por consiguiente en términos educativos es que no lleva a la autorreflexión. Ante este panorama cabe preguntarse: ¿por qué mi posición o postura política es necesaria? y ¿por qué o cómo esa necesidad en términos políticos va a generar algún cambio positivo en lo colectivo?
La política lo que busca es proteger los derechos del colectivo pero también del individuo. Esos derechos enmarcados en la libertad de ese individuo. En términos culturales y sociales es la posibilidad de moverme, de pensar, de coexistir con las diferencias que existen en mi espacio que son de clase social, de ideas y de grupo en términos generales.
Actuar con conciencia propia al ejercer el derecho al voto, significa que te estás viendo a vos mismo como persona, ya que el sujeto no se deja llevar sino que cuestiona la historia y el presente en el que se está viviendo.
Está en la gente no enajenarse, situarnos en lo que nos concierne y asumir la responsabilidad de que la situación que vive el país no es la ideal aunque cada gobierno de turno bregue para producir cambios, y que independientemente de la política partidista hay que seguir consolidando nuestra democracia y crear solidaridad de grupo.
Que el elector sea consciente, tenga análisis crítico y sepa elegir. Que el resultado sea pura y exclusivamente una consecuencia emanada de la voluntad del soberano y no un acto teñido de fraude y manipulación en perjuicio del votante como si fuera un objeto y no como un sujeto de derecho capaz de decidir por sí mismo exento de todo tipo de manipulación física o psicológica.
“Los hombres pueden realizar todo tipo de acciones para poner trabas y obstaculizar la votación, pero no pueden impedir o retardar el crecimiento y la maduración de nuestra conciencia”
Luis Verdina
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