Con una historia que remeda la crueldad de “Blancanieves” y busca desacomodar al lector con una puesta al borde de la verosimilitud, el escritor argentino plantea en su novela “Amores enanos” una mirada sobre los mecanismos de supervivencia de las minorías en sociedades que reaccionan con hostilidad frente a lo diferente
Manejando los hilos de una trama que hace pie en la crueldad de “Blancanieves” y busca desacomodar al lector, el escritor Federico Jeanmaire plantea en su novela “Amores enanos” una mirada sobre los mecanismos de supervivencia de las minorías en sociedades que reaccionan con hostilidad frente a lo diferente y lo disruptivo.
Difícil encuadrar en otro género que no sea la farsa a una novela que tiene como personaje central a un enano llamado Milagritos León que junto a su amigo Perico -también enano- protagoniza una aclamada performance stripper tras ser despedidos ambos del circo donde trabajaban. No solo eso: con el dinero percibido en concepto de indemnización, deciden construir el primer barrio privado restringido a toda persona que supere el metro y medio de estatura.
La trama delirante se completa con otros partenaires enanos que aluden a referentes conocidos -Carlos Fuentes o Mario Vargas, este último dedicado a promocionar un supermercado con un disfraz de goma espuma estampado con un gran signo pesos en el frente- y una periodista que desciende del pueblo indígena huarpe.
Además de motorizar el sustrato pasional de la historia, esta mujer termina involucrada en un desenlace fatídico. Porque, pese a su registro satírico y jocoso, la novela evoluciona hacia una clímax dramático que exacerba las contradicciones que pone en foco la trama.
Como es habitual en su escritura, Jeanmaire diluye las conexiones con sus obras anteriores para reivindicar una vez más su rechazo a una identidad narrativa monolítica. Sus obsesiones discurren asociadas a búsquedas estéticas radicales que lo llevan de la sutileza lingüística de “Tacos altos” -publicada a comienzos de este año- al lenguaje seco de “Amores enanos”, que resultó finalista del Premio Herralde de Novela.
En esta fábula el escritor vuelve sobre cuestiones como el amor, el sexo, la incomunicación y la intolerancia, entrelazadas en esta trama farsesca que se construye sobre una gran paradoja: aquellos que se sienten raleados en la consideración social deciden fundar un espacio que excluye justamente a todos los que suelen discriminarlos a diario.
“Afirmo, sin pelos en la lengua, que los enanos somos la única minoría amaestrada que le queda a este mundo. Las demás han peleado por sus derechos y han logrado cambios sustanciales. Ya no se le dice puto a un puto. Ni siquiera marica o torta porque puede ser ofensivo. Se le dice homosexual o se le dice gay o se le dice lesbiana. No hay más mongólicos, ahora son discapacitados mentales. Ni rengos, ni cojos, ni mancos, sólo discapacitados físicos. Sin embargo, nosotros los enanos, aceptamos sin inconvenientes denominarnos enanos”, protesta Milagrito en un tramo de la novela.
“El absurdo es la manera que encuentra el arte para mostrarnos el mundo desde lugares imposibles o escondidos. Me gusta como herramienta. Sobre todo por la posibilidad que tiene el lector de significar por sí mismo, sin la tutela del autor. Más trabajo, pero también más libertad para apropiarse de la novela. Me gusta esa literatura, no la que da todo servido para ser consumida”, apunta el propio Jeanmaire.
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