Por Inanbú Carrasquero– Parada frente el edificio municipal, totalmente destruido y ennegrecido por el fuego que aun no se extinguía en su interior, en medio de la gente que observaba tan atónita como yo y que no atinaba ni siquiera a buscarle una explicación a lo que estaba ocurriendo, sentí que miraba una película, que esto no podía estar sucediendo en Baradero, un domingo a la mañana, cuando la mayoría de la gente aun no ha salido a la calle.
Recorriendo los otros lugares, también destruidos por la furia inesperada y hablando con la gente, comprobé que el estupor era general; pensé que de golpe había volado una formidable chispa que encendió la inmensa cantidad de leños que habían sido diseminados por la ciudad desde hace mucho tiempo, imprudente, estúpida e irresponsablemente por quienes tienen a cargo el gobierno de la ciudad. Parecia que un grupo cargó con su propia furia y con la indignación y la bronca de todos frente al abuso de poder y la prepotencia de una gestión municipal que no brinda una sola satisfacción a la población.
La inconcebible e inconciente actitud de dos inspectores municipales que no supieron o no quisieron medir las consecuencias de su accionar, cobró la vida de dos adolescentes, que mas allá de encontrarse en infracción o no, fueron perseguidos salvajemente, como tal vez no se hace aquí, con los delincuentes hartamente conocidos que asolan a la población con asaltos, destrozos, robos a viviendas y comercios o cobardes atracos a abuelas indefensas. La inaudita barbarie que contemplamos, no puede tener nunca lugar en una comunidad, donde las autoridades, comenzando por el mayor referente que es, sin duda, el Intendente, aplican la ley con firmeza, pero sobre todo con justicia.
La desidia, la soberbia, la prepotencia, la inoperancia y el desprecio por la opinión y las quejas de la gente, han derramado durante largo tiempo el combustible necesario como para que hoy, nos despertáramos con nuestra apacible ciudad en llamas.
Ni frente a la municipalidad ni frente a lo que fue el Registro Civil ni en el resto de las calles llenas de gente que vagaba desconcertada, escuché una sola voz que se levantara condenando al grupo que, descontrolado, causó los destrozos que estábamos observando.
De ninguna manera estoy justificando los hechos, pero creo que a todo el mundo le pasaba lo que a mí, de algún modo y por muchas razones sentíamos que lo que se estaba destruyendo no era NUESTRA municipalidad, NUESTRAS dependencias públicas, sino los cotos privados de ELLOS, de las autoridades y funcionarios que con su estúpida actitud cotidiana nos han excluido tantas veces y de tantas maneras, que hemos terminado creyendo que son los dueños de todo y que nosotros no nos beneficiamos ni nos perjudicamos si todo desaparece puesto que vemos como ajeno lo que ELLOS manejan como propio.
Aquí en Baradero, como en el país, las autoridades se manejan con tanta soberbia e impunidad, que un buen día una sola chispa basta para causar un estrago imposible de planear o imaginar.
Seguramente hemos quedado tan paralizados, tan estupefactos, que no podemos evaluar las consecuencias y el alcance que tiene para todos nosotros lo que acaba de ocurrir; sin duda, en los próximos días surgirán la reflexión y el análisis y entonces, coincidiremos todos en que lo acaecido en nuestra ciudad, no tiene precedentes, creo, en el país; pero de lo que sí hoy no hay duda, es que esta inesperada e incontrolada violencia, baja desde arriba, fue sembrada y abonada desde el accionar de las autoridades que no tuvieron ni la inteligencia ni la prudencia de comprender que todo tiene un límite; es imposible que hechos como estos tengan lugar cuando las autoridades son respetadas y estimadas por la población.
Cómo sigue funcionando una ciudad después de esto?. Quién toma las riendas en medio de tanto desbarajuste?. Quién está en condiciones de hacerlo?. El Consejo Deliberante?.
La oposición?. Sabrán ubicarse a la altura de la gravedad de las circunstancias, en el lugar correcto y dejaran de comportarse como chicos caprichosos y peleadores, asumiendo al fin la responsabilidad que les cabe?.
Como en la obra de Lope de Vega, si algún forastero nos preguntara de pronto, quien hizo esto?, quizás la respuesta mas certera sería, Baradero, Señor !
Inambú Carrasquero
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