Dice que vivió un momento único que jamás olvidará.
«El año pasado este chico no pudo ganar la medalla, dijo que iba a esforzarse más para el próximo año y sin querer esta vez nos volvimos a cruzar», le contó Omar a La Nueva.
Por segunda vez, Omar le había ganado a Javier Baez, un chico de Pinamar.
«Cuando me dieron la medalla, el pibe la miraba y eso me partió porque en cada lágrima veía su esfuerzo. Ni lo pensé y se la di».
Su corazón respondió en el momento exacto, dice que siempre lo hace con las personas que más necesitan.
Omar no veía un rival en Javier, sino a un compañero. Y el chico no podía creerlo: «Me quedó mirando y preguntaba ‘por qué lo hiciste’. Él se lo merecía. No paraba de agradecer y yo le dije ‘no tenés nada que agradecerme: hoy por tí mañana por mí».
Todos quedaron sorprendidos con la actitud de Omar. Cuando miró a su alrededor vio al público y a los organizadores llorando de emoción. Y enseguida explotaron los aplausos.
«Sólo quería que ese llanto se convirtiera en alegría y lo logré», dice Omar con orgullo y tranquilidad.
Omar es el más chico de 7 hermanos y vive con su mamá y su papá.
Va a la escuela de noche porque de día trabaja en el campo para ayudar a su familia. Le quedan 2 años para terminar y cuenta que le va bien, pero que no piensa en el futuro.
De lo único que está seguro es que mientras el cuerpo le responda va a seguir corriendo por las calles de su pueblo, porque le apasiona.
Fuente: .lanueva.com
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