“En una profesión donde confluyen sentimientos tan argentinos como el orgullo, el continuo intento por mejorar en la profesión y esa solidaridad que tanto nos envalentonaba como sociedad, ha sido reducida a las cenizas. Querer ser médico en este país se transformó en una mala palabra, en una idea ridícula y solamente perseguida por gente idealista poco asesorada”, expresó Gonzalo en su carta.
“Si uno es profesional, estudió entre 10 a 20 años para tener su especialidad, su subespecialidad, hizo residencia (para el que no está familiarizado es cuasi una colimba)”, expresó.

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