
Antiguo retrato del “Padre de la Patria”, don José de San Martín.
Probablemente ejecutado en su época, aunque sin datos sobre el autor. La pintura es inédita, lo que le concede un valor adicional por su contribución al relato visual histórico del Libertador de Argentina, Chile y Perú (…) Creemos que por la antigüedad manifiesta de la obra, estaríamos ante una pintura ejecutada en vida del prócer.
En 1824 y luego de su entrevista con Simón Bolívar en Guayaquil, San Martín renunció a sus cargos en el Perú y retornó a la provincia de Mendoza, donde se anotició de la muerte de su esposa, Remedios de Escalada. En estas circunstancias y mientras el país no hallaba un rumbo fijo en su maduración institucional, decidió viajar hasta Buenos Aires y junto a su pequeña hija Merceditas, se embarcó rumbo a Londres. Ya en Europa fue recibido por las logias masónicas que lo ayudaron a fijar residencia en Bruselas.
En esa época San Martín posó para beneplácito de sus anfitriones, quienes solicitaron los servicios del notable medallista y escultor, Jean Henri Simon, para confeccionar una medalla masónica con la esfinge de aquel militar. Luego, hizo lo propio ante el artista belga François Joseph Navez, cuyo óleo fue calificado por Bonifacio del Carril como “(…) quizá el más hermoso retrato que se haya hecho del general San Martín” (1).Naves se desempeñaba en el taller del francés Louis David, pintor de Napoleón, y poco más tarde fue nombrado director de la Real Academia de Bellas Artes de Bruselas. Su retrato de San Martín hoy pertenece al patrimonio del Museo Histórico Nacional de Buenos Aires. De la misma época se conoce una miniatura anónima, también conservada en el Museo Histórico Nacional argentino.
Mientras San Martín se hallaba en Bruselas fue contactado por un viejo amigo, el general inglés Guillermo Miller, quien redactaba por entonces sus Memorias, las que fueron publicadas con los textos de su hermano John. El compañero de armas que actuara en las guerras de la Independencia hispanoamericana a sus órdenes lo consultó en repetidas ocasiones para referirse a aquellos episodios y se sabe que en lo relativo a la actuación del ejército patriota, sus textos bien podrían ser reconocidos como las propias memorias de San Martín.
La obra de Miller se editó en dos versiones; una en inglés y la otra en castellano, y esta última con retratos de San Martín, O´Higgins y Bolívar. Para cumplir con tal cometido, Miller le escribió a San Martín en septiembre de 1828, informándole de la necesidad de contar con su retrato. Fue entonces cuando el argentino le encomendó la tarea a Jean Baptiste Madou –dibujante, pintor y litógrafo–, quien debió ajustarse a las indicaciones de su comitente (modificando incluso la pintura original) hasta que la obra fue aceptada y valorada por su fidelidad y cualidades artística. San Martín posó en una sola ocasión para aquel artista, pero como la primera pintura no lo satisfizo, debió ejecutarse una segunda versión, la que fue aceptada. Ambos óleos lo muestran con ropa de calle, pero a partir de la pintura más lograda, Madou lo llevó a la piedra con el uniforme de gala de Protector del Perú con botones y laureles bordados con hilos dorados, el mismo que viste en el retrato aquí en estudio, y el que también luce en el conocido como “retrato de West Point”.
Nuestro retrato: Por la fuerza de la obra y la edad aproximada del retratado, vinculamos esta pintura con la producción de dos destacados autores: Jean Baptiste Madou (1796 – 1877) y François Bouchot (1800 – 1842); belga el primero y francés el segundo. De Bouchot se conoce un precioso retrato conservado en la Academia Militar de los Estados Unidos de Norteamérica, en el museo de West Point (2), donde el militar nacido en Yapeyú presenta el uniforme de gala del Protector del Perú, despojado de todas sus insignias, al igual que lo luce en el retrato aquí estudiado.
Las facciones de la cara plasmadas en esta obra, sin embargo, nos llevan hasta Madou, pues se asemejan en mucho al retrato litográfico que él le ejecutara allá por 1828 (nos referimos a la versión uniformada), cuando San Martín había aumentado de peso y ya había perdido el rostro enjuto que quedara reflejado en las pinturas de José Gil de Castro.
El retrato ahora analizado, con la figura de San Martín mirando hacia la izquierda, y contenida en un óvalo, tiene en la base una cinta con la leyenda: “El Gen mo José San Martin Protector del Perú”. Óleo sobre tela. Pieza enmarcada. En una restauración antigua la tela fue pegada a una tabla, en cuya parte posterior leemos, pintado: “R. B. Mesa” ó “S. B. Mesa”. En un primer momento pensamos que podría tratarse de la referencia del artista, pero luego de recorrer distintas fuentes biográficas de pintores del siglo XIX no hallamos ninguno con dicho nombre.
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*Autor no identificado
Notas:
1. Bonifacio del Carril: Iconografía del General San Martín. Emecé Editores. Buenos Aires. 1971.
2. Jorge César Estof: Pinacoteca virtual de San Martín. Instituto Nacional Sanmartiniano. Editores Argentinos Asociados S. A. Buenos Aires. 2006.
3. De Don José de San Martín. Telefónica. Buenos Aires. 2000.
4. Exposición Iconográfica del Libertador. Buenos Aires. Museo Histórico Nacional. Agosto de 1971.
5. E. Benezit: Dictionnaire des Peintres, Sculpteurs, Dessinateurs et Graveurs. Librairie Gründ. 1966.
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