Elena Greenhill, la bandolera inglesa, aunque parezca de ficción, fue una mujer verdadera que además de mucho coraje, tenía una habilidad asombrosa para manejar las armas de fuego. Hija de estancieros ingleses de la región de Aisén, al final de siglo XlX se casó con el bandolero y contrabandista chileno Manuel Astete Pintos y formaron además de la sociedad conyugal, una temible banda de cuatreros.
Para facilitar su actividad, que era la robar ganado en las estancias argentinas y arrearlos al otro lado de la cordillera, se radicaron primero en Choele Choel, luego Gral. Roca y finalmente Neuquén.
En 1904, por cuestiones de liderazgo de la banda y sospechas de traición, mata a su esposo de un certero balazo. Acusada por el crimen, busca asesoramiento legal en el leguleyo neuquino Martín Coria, que logra hacerla zafar del trance con la ley, y luego, finalmente se casa con ella. En 1905 se instalan cerca de Ing. Jacobacci, donde montan un almacén de ramos generales como para disimular su actividad principal, que seguía siendo el cuatrerismo. En 1912, sale una partida de la policía del Chubut a poner fin a sus andadas. Fueron recibidos a tiros de Remington por la inglesa y su banda, algunos policías lograron escapar a la balacera y otros fueron hechos prisioneros y luego sometidos a esclavitud y servidumbre por la Bandolera.
En 1914 muere el leguleyo Coria de manera casual, por cruzarse en el camino de una bala, dicen, disparado por su propia esposa. Ocupa su lugar en el escalafón de la banda y también en la cama de Elena, un tal Martín Taborda, hasta entonces capitanejo de la gavilla, joven, ambicioso y de muy buen porte.
Poco tiempo después, otra partida policial vuelve por la revancha, esta vez al mando del comisario Valenciano, emboscan a la banda en un estrecho cañadón en las sierras de El Chacay, mientras arriaban una tropa de hacienda robada. Allí termina la historia de la Bandolera. Dos certeros disparos de winchester dan en su humanidad y cae del caballo herida de muerte.
Fue sepultada en el cementerio de El Chacay y años después, sus restos fueron repatriados a Inglaterra por sus hijos. En dicho cementerio, aún se conserva la vieja cruz de madera en el sitio donde estuvo sepultada.
G.M.
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