Es realmente lamentable bajar a la zona del puerto y ver arrumbado frente al galpón, cubierto apenas por un techo de media sombra, al silencioso Cristo de la Hermandad.
Luis Sissara concluyo su obra antes de Navidad, cumpliendo así con el compromiso asumido con la gente del área de cultura de nuestra municipalidad; estos, a su vez, se comprometieron a construir la base adecuada sobre la que se entronizaría al Cristo.
Todo lo que ha sucedido hasta hoy es de público conocimiento, así que no es necesario confeccionar una lista recordatoria.
La “real realidad” nos dice que hoy 27 de enero, el Cristo de la Hermandad sigue esperando que esta ciudad se digne a sacarlo de esa indigna y humillante situación.
La base no está. Muchas pueden ser las excusas, porque cualquiera sean los argumentos con que se quiera justificar esta desidia, son solo eso: excusas.
Imaginemos por un momento que Luis Sissara hubiera sido convocado a San Pedro, por ejemplo; créanme que trato de ser objetiva, pero miren lo que imagino:
-Jamás hubiesen permitido que la presencia de Sissara y la realización de su obra pasaran desapercibidas, ni dentro ni fuera de su ciudad.
-Como siempre que encaran un evento, se la hubieran arreglado para darle gran difusión, llegando hasta los medios nacionales. Estoy segura de que conocidos comunicadores sanpedrinos que desarrollan sus actividades en medios de la capital, hubieran mantenido “al país” al tanto del avance de la obra y nosotros, los pavotes de siempre, nos hubiésemos quedado pasmados, conociendo por TV y por radios AM a un tal Luis Sissara, artesano que venía de realizar obras similares en otros lugares del país, soñando con tallar el último Cristo de su raid en las Islas Malvinas.
-Hubiesen capitalizado de todas maneras y legítimamente los beneficios de tal acontecimiento que, por su naturaleza, es totalmente movilizante y tiene incidencia en casi todos los ámbitos de una comunidad: cultural, económico, turístico y religioso.
-Jamás de los jamases, hubieran dejado de darle la jerarquía que merece semejante movida, por su potencial poder de convocatoria y porque no ocurre todos los días.
Seguramente, a esta altura, mas de uno estará molesto por estas afirmaciones, pero que nadie entienda otra cosa, es claro y simple lo que quiero decir ¿se imaginan con la pompa que lo hubieran entronizado?, porque eso es seguro, ya lo estaría y hubiesen aprovechado la ocasión, para convertir al lugar en un centro de peregrinación y declararse, por lo menos, Capital de la Fe.
Dejo de imaginarme y vuelvo a nuestra “real realidad” y aunque duele, recuerdo como nos comportamos nosotros, mezquina y tontamente, desde que se mencionó la posibilidad de que Luis Sissara recalara en nuestra ciudad.
Aquí el Cristo sigue despreciado y esperando.
La base no está.
Seguramente, nos están faltando otras bases que tampoco supimos construir, imprescindibles, para que, frente a detonantes como estos, nos comportemos a la altura de las circunstancias, con grandeza, como corresponde a los habitantes de una ciudad que se dice “Primera entre sus Pares”.
Nos falta la base de la responsabilidad ciudadana a la hora de votar, de participar, de reclamar, de exigir a nuestros representantes el cumplimiento de las promesas electorales.
Carecemos de la base de la coherencia a la hora de pensar que ciudad queremos habitar, parece mentira, a esta altura, siendo la mas antigua de la provincia.
Quizás tampoco tengamos la base de la solidaridad, por eso somos incapaces de pensar en el interés común, actuando y reclamando siempre en función de lo que conviene a intereses individuales.
Y que tal la base del compromiso? ¿Cómo nos movilizamos y con qué firmeza somos capaces de exigir a las autoridades por una ciudad limpia, ordenada, con calles en buen estado, con sus sectores destinados al turismo cuidados y mantenidos, con sus bellezas naturales y su medio ambiente protegidos y controlados?,
Creo que también nos falta la base de la honestidad;
No podemos proclamar irresponsablemente, vaya a saber con qué propósitos, que tenemos decenas de evacuados cuando no es así, o figurar en los medios nacionales con un caso de dengue autóctono, cuando el propio interesado todavía no tiene un diagnostico cierto ,o, como si fuera un honor, anunciar que tenemos cientos de infectados de HIV.
Está claro que tampoco contamos con la base de la Fe; es cierto que conviven en Baradero varios credos y algunos de ellos condenan la adoración de imágenes, pero la Iglesia Católica, que siempre llevó adelante a Cristo en la cruz y que estuvo presente en esta ciudad desde su fundación, brilla por su ausencia a la hora de honrar con hechos la devoción cristiana; no se escucha una sola voz reclamando un tratamiento digno para esta obra que evoca, nada mas y nada menos, que el sacrificio de Jesús por todos nosotros.
Quizás sea cuestión de tiempo, pero deberíamos empezar, por lo menos, a reconocer que algo no estamos haciendo bien. Si logramos construir estas bases, sin las cuales una comunidad no puede crecer con fortaleza e identidad, tal vez, por añadidura y con viento a favor, le podamos ofrecer al Cristo de la Hermandad esa base sobre la cual permanecerá por siempre, velando por nosotros.
Es mi sincero deseo, que estos pareceres que expreso con humildad y respeto, si logran algún eco, no sea un rosario de comentarios calentones, chauvinistas y mezquinos, sino otros puntos de vista, tal vez mas acertados, mas inteligentes, pero que evidencien la voluntad colectiva de, si es necesario, refundar esta ciudad, que tiene todo para convertirse en digna de ser habitada.
Inanbú Carrasquero
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