Aunque la conexión profunda entre dieta y cerebro aún está sin desvelar, hoy sabemos que diversos nutrientes y otras sustancias pueden producir efectos positivos en la capacidad cognitiva.
En concreto, el estado de hidratación puede influir en la capacidad cognitiva, y que cuando el organismo pierde más del 2% de líquidos se produce una disminución en el rendimiento mental, lo que afecta a la capacidad de atención, memoria a corto plazo y concentración.
La deshidratación puede alterar diversos procesos mentales así como la rapidez perceptiva, produciendo modificaciones significativas en la función cognitiva (percepción, atención, memoria, pensamiento y lenguaje), y en la coordinación motora, tiempo de reacción y discriminación perceptiva. Este estado influye de forma especialmente negativa a la función cerebral de los ancianos.
Una correcta hidratación puede ayudarnos en la prevención de muchos accidentes laborales y situaciones de bajo rendimiento, así como mejorar la sensación de bienestar.
Antioxidantes y Vitaminas
Los antioxidantes y las vitaminas son otros de los nutrientes relacionados con el rendimiento mental. Debido a la gran actividad metabólica del cerebro, éste es especialmente vulnerable al daño oxidativo, y los antioxidantes, -y la vitamina E en particular-, pueden protegerlo del daño causado por mecanismos oxidativos e inflamatorios. A este respecto, existen estudios que muestran un menor riesgo de enfermedad de Alzheimer mediante una ingesta mayor de alimentos ricos en vitamina E, como aceites vegetales, nueces, almendras y semillas.
En cuanto a determinados déficits vitamínicos, la experta señala que “se han asociado a alteraciones neurológicas. Las deficiencias de B12, B6 y Folato conllevan un acúmulo de homocisteína que aumenta el riesgo de enfermedad cerebro-vascular. De hecho, existen evidencias epidemiológicas que relacionan la Enfermedad de Alzheimer y la demencia vascular con la homocisteína”.
Ácidos grasos
Otro buen ejemplo de nutrientes con influencia en la capacidad cognitiva, son los ácidos grasos poliinsaturados omega-3, esenciales para la función cerebral, especialmente el ácido docosahexaenoico (DHA). En este sentido, se han realizado múltiples estudios sobre la suplementación con omega-3 en niños con diversos grados de déficit cognitivos, encontrándose en general un aumento del rendimiento escolar. Por ello, el consumo regular de pescado, especialmente de pescado azul, se asocia con un 60% de reducción en el riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer.
Fuente:
Noticiasmedicas.es
Marzo 2, 2012
(Cristian Mazzuchelli – Nutricionista)
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