El delantero, de 38 años, jugó el martes su último partido en el empate de Banfield ante Universidad Católica de Ecuador por la Copa Sudamericana y la institución baraderense en la que debutó en primera cuando todavía era un adolescente le dedicó un mensaje en redes sociales: «Te deseamos éxitos en todo lo que viene».
Darío Cvitanich se retiró del fútbol profesional a los 38 años y recibió miles de mensajes y saludos de su familia, hinchas, colegas, entrenadores, dirigentes y clubes. Entre estos últimos, está Atlético Baradero, entidad que participa en la Liga Sampedrina (LDS) y es en la que debutó en primera división siendo amateur: “Orgullo de haber vestido nuestra camiseta”.
El Negro publicó una historia en su cuenta de la red social Instagram con dos fotos del delantero, una de su rostro de joven y la otra con la camiseta negra y blanca de la entidad. El mensaje se completó con el augurio de un futuro más propicio que el forjó en las canchas de fútbol: “Te deseamos éxitos en todo lo que viene. #GraciasCvita”.
Su último partido lo disputó este martes con la camiseta de Banfield en el empate 1 a 1 ante Universidad Católica de Ecuador por la quinta fecha del grupo C de la Copa Sudamericana, de la que el Taladro quedó eliminado pero poco importó en la noche que despidió a su ídolo. A los 20 minutos, relacionado al número de camiseta que utilizó el atacante en gran parte de su carrera, recibió una ovación de todo el estadio Florecio Sola donde lo acompañó su familia y amigos baraderenses que viajaron especialmente para la ocasión.
El segundo momento emotivo fue cuando el entrenador Claudio Vivas lo reemplazó en el segundo tiempo por Jesús Dátolo. Allí llegó la segunda ovación y, tras la igualdad, sus compañeros lo levantaron en andas
Atlético, Banfield y Ajax de Holanda en dos períodos; Pachuca de México, Boca Juniors, Niza de Francia, Miami FC de Estados Unidos y Racing son las camisetas que vistió Cvitanich en su extensa trayectoria de casi 20 años, en la que marcó 161 goles en 481 juegos, una media de 2,98 por cada uno.
Sus primero pasos con la pelota los dio en Rivadavia y en una entrevista que brindó a La Opinión en plena pandemia de coronavirus, en mayo de 2020, rememoró: “Tengo recuerdos muy lindos, primero porque jugué al fútbol con varios de los que hoy son mis amigos todavía, somos del mismo grupo. Siempre recordamos aquellos días que íbamos a jugar a San Antonio de Areco, San Pedro y demás ciudades. Es muy lindo, en aquella época el fútbol no era lo que es hoy que hay más equipos y se hizo mucho mejor y más competitivo. Antes no había Federal ni nada de eso”.
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También habló de su debut en primera en Atlético: “Me tocó de muy chico empezar a jugar en primera, tenía 15 años. En Baradero jugábamos hasta dos o tres veces con el mismo equipo durante el año. Me fue bien, muy lindo. Por ahí no tomaba dimensión porque estaba en mi pueblo y desde los 14 años ya estaba en reserva y entrenábamos contra la primera. Un día me dijeron ‘vení que jugas acá’ y como que no tomaba dimensión. Después me tocó ir a Banfield y arrancar en sexta división que era mi edad. En Baradero nos divertíamos mucho, jugábamos contra tipos mucho más grandes que nos pegaban cada patada, pero éramos chicos y nos divertíamos”.
Radicado en Tigre con su esposa, la nicoleña “Chechu” Bonelli, y sus dos hijas, Darío vuelve a menudo a su Baradero natal, donde es considerado uno de los mejores deportistas de la historia. Allí está el resto de su familia, y aunque por sus compromisos laborales con el fútbol y proyectos que tiene en camino seguirá siendo un visitante ilustre, sus raíces, con la humildad que lo caracteriza, jamás las olvida.
laopinionsemanario
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