
¿Qué piensa el gobierno cuando decide hacer pagar a los jubilados la factura de una crisis que no generaron? ¿Cómo es posible que, mientras se protege a sectores con grandes intereses económicos, los jubilados sean el blanco fácil de un ajuste que no tiene ni pies ni cabeza? Es un insulto. No solo a la memoria de los trabajadores que sostuvieron este país durante décadas, sino a la justicia social misma.
Lo que el gobierno de Milei no parece comprender es que este ajuste no es solo una cuestión de cifras económicas. Es una cuestión de humanidad. Sacarles a los jubilados lo poco que tienen es no solo una medida económica fallida, sino una decisión ética deplorable. Los jubilados son quienes, en su mayoría, han construido la nación, y ahora, cuando ya no pueden defenderse, el gobierno decide darles la espalda.
Las consecuencias de estas políticas serán devastadoras. No estamos hablando de números abstractos o de cálculos fiscales; estamos hablando de vidas humanas. Y lo que está en juego aquí no es solo la estabilidad económica del país, sino la dignidad de millones de argentinos que, por derecho, merecen una vejez tranquila y segura.
La falta de empatía del gobierno ante este ataque a los jubilados refleja lo peor de las políticas neoliberales: la indiferencia ante el sufrimiento humano en nombre de una supuesta «austeridad». La crítica es clara: esta medida no es solo una injusticia social, es una aberración.
Si el objetivo es realmente reducir el déficit fiscal, hay muchas otras áreas en las que el gobierno podría buscar recortes. Pero no, la motosierra se ha dirigido de manera selectiva a los más débiles. ¿Por qué los jubilados? ¿Acaso no es su derecho vivir dignamente luego de toda una vida de trabajo? Este ajuste no solo es una catástrofe económica para los más desfavorecidos, sino también un golpe moral al país entero.
Lo que está haciendo Milei es entregar un mensaje claro y cruel: en este país, los más débiles son sacrificables. En su afán de «ajustar» la economía, está olvidando que detrás de esos números hay historias de vida, familias, sueños y sacrificios. El recorte a los jubilados no es solo un error económico, es una herida abierta en la sociedad argentina, que se ve cada vez más desmembrada bajo la amenaza de una política deshumanizada que prioriza el ajuste sobre la vida.
Y la pregunta sigue siendo: ¿hasta cuándo toleraremos que los más vulnerables sigan siendo los chivos expiatorios de las decisiones equivocadas de los que están en el poder? Este ajuste no es solo una catástrofe económica para los más desfavorecidos, es una ofensa a nuestra humanidad colectiva.
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