
En la década del 60 comenzó la construcción de una estación de servicio en un terreno muy amplio ubicado en San Martín y Emilio Genoud. Es necesario recordar que durante esos años la arquitectura suramericana vivió bajo la fuerte influencia por la creación de Brasilia, magnífica obra del célebre arquitecto brasileño Oscar Niemeyer. En esa época ocurren, precisamente y no casualmente, la demolición del viejo edificio comunal del año 1902, reemplazado por una edificación de corte «brasiliano», y la del salón del Club Atlético Baradero para construir un edificio de departamentos que nunca llegó a concretarse.
En medio de esos «nuevos aires», los propietarios de la firma A. Alfonsín & Cía, que fuera poseedora de la primera licencia otorgada por la empresa YPF fuera del ámbito capitalino, encargó el proyecto de su nueva estación de servicio a un arquitecto rosarino, Adrián Caballero, que diseñó lo que hoy conocemos como estación de servicio «Alos», su actual nombre comercial.
Por esos días llegó a Baradero a visitar su familia, el arquitecto italiano Ernesto Lapadula, uno de los más importantes de la península y diseñador, entre otras cosas, del «Palazzo della Civiltá» de Roma, una de las obras más emblemáticas e importantes de la capital de Italia.
Quiso el destino que un sobrino del renombrado profesional, además de ser portador de igual nombre, estuviera por entonces cursando sus estudios de arquitectura y aprovechando la estancia de su tío en Baradero, el estudiante lo invitó a ver la obra que estaba casi culminada comentándole que era un proyecto muy llamativo y moderno.
Los dos Ernesto Lapadula, tío y sobrino, arquitecto de renombre uno y estudiante de la misma especialidad el otro, se ubicaron en la esquina sur del cruce de calles señalado donde el arquitecto italiano, de brazos cruzados y ceño fruncido, miró durante algunos minutos la obra sin pronunciar una sola palabra. En un momento el tío dijo al sobrino: «O finito, andiamo», (Terminé, vamos)… y salieron caminando. El sobrino, tras dar unos pasos junto al tío no soportó el silencio del hombre y preguntó: «¿Y tío?»… «Un disastro», contestó el famoso arquitecto.
El Diario de Baradero
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