En los últimos días, Mariano Liberatti, presidente del Consejo Escolar, presentó su renuncia al cargo. Este hecho no es aislado, sino que se suma a una serie de dimisiones ocurridas en el transcurso de los 15 meses de gestión del actual intendente. A lo largo de este corto período, el mandatario ha enfrentado una sucesión de renuncias por parte de directores y secretarios de áreas claves como salud, desarrollo social y obras públicas. Además, la ruptura del bloque de concejales ha puesto en evidencia una creciente crisis política que ha dificultado la capacidad del gobierno para resolver los desafíos que enfrenta a diario.
La situación económica y social, que golpea con fuerza a la población, ha dejado al descubierto las limitaciones del gobierno local para dar respuestas eficaces y rápidas. En este contexto, es fundamental que haya tranquilidad y reflexión. Los funcionarios del municipio, aunque muestran voluntad de trabajo, han expresado la necesidad urgente de contar con líneas claras de acción y un canal de diálogo abierto con el intendente, algo que hasta el momento no se ha logrado consolidar.
Sin embargo, más allá de las diferencias internas dentro del gobierno, es crucial subrayar la necesidad de establecer un diálogo constante con los vecinos. La comunidad no solo exige respuestas claras, sino también la posibilidad de ser escuchada y de participar activamente en la toma de decisiones. Es a través de este diálogo cercano con los ciudadanos que se podrá identificar las verdaderas necesidades y prioridades del municipio, y encontrar soluciones viables y sostenibles para todos.
La renuncia de Liberatti resalta, de manera clara, una de las principales responsabilidades del intendente: la reconstrucción de la confianza y la estabilidad de su gobierno. Liberatti fue convocado por el intendente para encabezar la lista de consejeros escolares, un espacio que representa el único ámbito elegido directamente por el voto popular dentro del sistema de educación pública. Esto refuerza la idea de que el liderazgo del intendente es el que debe tomar las riendas para resolver la crisis, no solo dentro del ámbito educativo, sino en todo el gobierno municipal.
El vacío dejado por las renuncias en áreas clave de la gestión refleja una preocupación generalizada: pocos se atreven a ocupar esos cargos, debido a la incertidumbre y la falta de perspectivas claras. Para que el gobierno se recupere, es necesario que, más allá de la voluntad de trabajo de los funcionarios, se abra un espacio de diálogo sincero, donde prime la humildad, el consenso y la comprensión de la realidad en la que se encuentra el municipio. El diálogo con los vecinos debe ser una prioridad para cualquier gobierno, ya que es el único camino para fortalecer la relación con la comunidad y tomar decisiones informadas que beneficien a todos.
Como bien dijo el líder máximo del oficialismo: “la única verdad es la realidad”. Y la realidad, hoy, es que muchos ya se han alejado del proyecto, lo que obliga a repensar un camino que, con el paso de los días, parece volverse cada vez más angosto.
Este es un momento decisivo. El gobierno tiene la oportunidad de rectificar el rumbo, de escuchar a los que aún permanecen y de reconstruir lo que se ha perdido. Pero para ello, es imprescindible que se tomen medidas claras, se restablezca un puente de comunicación efectiva entre los funcionarios y el intendente, y se fomente el diálogo constante con los vecinos. Solo así se podrá superar esta crisis y encontrar una salida que beneficie a la comunidad en su conjunto.
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