
Por David Arébalo
La Junta Militar ya no era tan fuerte para 1982 y sus políticas del terror se encontraban cada vez más expuestas por una sociedad que comenzaba a salir del miedo para tomar las calles. Ya por 1981 se realizó la primera marcha de la resistencia por parte de las organizaciones de los Derechos Humanos que se habían multiplicado para oponerse al plan sistemático de represión y buscaban incansablemente a los/as desaparecidos. La dictadura mostraba signos de debilidad en el período de Leopoldo Fortunato Galtieri y el plan de perpetuarse en el poder hasta el año 2000 parecía caer ante una crisis social y económica sin precedentes en otras etapas de la Argentina.
¿Cómo sostener un gobierno dictatorial con la quita del apoyo de la sociedad civil? Se proyecta con la construcción de un enemigo externo que pueda volver a construir un nosotros “argentinos” y poner a los “enemigos” en las lejanía de las costumbres y formas de vivir, y qué mejor que canalizarlo enfrentando a Gran Bretaña por las Islas Malvinas, quienes han usurpado las mismas desde 1833. Malvinas ha sido una herida abierta en la Argentina desde el siglo XIX y con tan solo dos décadas de independencia de España ya había otra corona colonizando territorios patagónicos para perpetuar su imperialismo hasta el día de hoy.
Pero volvamos a 1982 y crucemos el “charco” del Atlántico por un momento. En Gran Bretaña se encontraba por primera vez desde 1979 una mujer como Primera Ministra, la sra. Margaret Thatcher conocida como “La Dama de Hierro” por sus políticas liberales y su carácter inflexible a la represión obrera. Su imagen no era muy popular en el pueblo Britanico por sus políticas de privatización de los servicios públicos y la flexibilización laboral. Sin embargo la idea nacionalista imperialista de conservar un pequeño territorio en el Atlantico Sur dispuso a Thacher a gastar el presupuesto contra la Argentina para impedir perder poder colonizador de la corona a cargo de Isabel II. Galtieri no dimensionó el accionar Britanico y dispuso mandar a una guerra a cientos de personas no preparadas para tal fin. Tal vez el dictador subestimó a una mujer en el poder, déjenme por un instante algo de reflexión de género en contextos geopolíticos.
La Guerra la ganaron los ingleses y la imagen de Thatcher escaló en la sociedad anglosajona y le permitió la reelección de su gobierno. En cambio, nuestro país culminó con la dictadura más sangrienta de nuestra historia: “Los pibes de malvinas que jamás olvidare” no es un capítulo aparte de los genocidios cometidos por la Junta Militar que expuso a jóvenes sin preparación ni equipamiento a morir o experimentar el traumático descenso al infierno que es una guerra. Esta trágica experiencia dio lugar a que un año después, un señor como Raúl Alfonsín prometiera comer, educar y sanar en democracia
Tal vez si ganábamos en las Malvinas la democracia hubiera sido más difícil de alcanzar. La soberanía no es territorial es una cuestión de principios éticos frente a nosotros/as mismos/as. Me preocupa los excesos de nacionalismo que obnubila la paz y la fomentamos profundamente en las escuelas todos los días al recitar la oración a la bandera afirmando: “Juremos defenderla hasta morir antes que verla humillada”
Debemos seguir reclamando por Malvinas en su composición justa de una soberanía latinoamericana. No simplemente para que sean Argentinas sino para que termine con su carácter colonial en pleno siglo XXI.
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