
Lo comprueban diariamente quienes deben circular por Baradero, aunque la costumbre no deja que la percepción del problema resulte en la adecuada dimensión. A raíz de las fiestas, muchos baraderenses llegan a la ciudad tras pasar un tiempo ausentes de ella. Hay casos en los cuales dicha ausencia ha resultado un tanto prolongada, que en casos puede medirse en meses; precisamente son esos quienes en mayor medida han registrado lo que todos vemos: que las calles de Baradero se están deteriorando, como ha ocurrido siempre, pero que las tareas de reparación, que en un momento recibieron algunos elogios, últimamente se han detenido con lo cual no se arreglan los baches antiguos ni tampoco los que van apareciendo. La suma de ambas cosas da como resultado calles deterioradas y en algunos casos, el calificativo parece cuanto menos benévolo.
La actual administración comunal comenzó con una serie de obras precisamente orientadas hacia lo vial; se recuerda el rápido trabajo de pavimentación del acceso y el muy buen trabajo realizado en el cruce a nivel ferroviario de la Avenida San Martín donde luego de mucho tiempo de sumar un desacierto tras otro, se hicieron las cosas adecuadamente. Dicho sea de paso, se alerta a las autoridades del área que ya hay pozos de dimensiones considerables los que, sabido es, de no ser reparados continuarán ampliándose de manera tal que cada semana que transcurra significará la necesidad de un mayor desembolso a la comuna.
Una enumeración de los sitios que necesitan arreglo sería prolongada y tal vez sin exagerar, resulte más fácil señalar los lugares en los que no hay problemas que son infinitamente menos que donde sí los hay.
Se nota un cierto abandono por parte del municipio de estas tareas y basta con mirar críticamente el estado en que se encuentra nuestra principal arteria comercial, Anchorena, que tras la ejecución de un proyecto presentado como muy lindo y fructífero, ha resultado en frustración con rejas sin colocar, (todavía están los durmientes frente a la Iglesia Santiago Apóstol) farolas colocadas de manera irregular, cuadras en las que funcionan y cuadras en las que no ha quedado ni una sola, conexiones de agua en las veredas absolutamente desprolijas, tornillos salientes en las veredas y «mojones» rotos a escasos días de su inauguración.
Si para muestra basta un botón, ve el vecino el cerco perimetral de la zona de obras sanitarias donde meses después de que un accidente demoliera una parte de él, todo se halla exactamente igual que el primer día. Inamovible, sin que se haya tomado la medida más elemental como levantar los escombros, para dar una imagen distinta haciendo notar que por lo menos hay alguien que se preocupa por los bienes comunales.
Probablemente en los altos costos que deben pagarse para concretar los trabajos esté la explicación o, tal vez, en la escasa partida presupuestaria que la provincia le asignó a Baradero, recordemos que nos ha tocado mucho menos que a San Pedro, no obstante la buena letra de nuestra intendente que hasta se afilió al PRO para que no fuera dejada de lado en los repartos pero debe decirse que de acuerdo a los resultados no le ha salido tan bien la apuesta.
Tampoco a los vecinos les llega el progreso que significaría, como se ha insistido en reiteradas oportunidades desde estas páginas, la construcción del cordón cuneta por lo que quienes además de sufrir dicha carencia esperan que las calles mejoren, no están demasiado ilusionados y, a decir verdad, escasamente lo están, ellos y todos los demás. Habrá que esperar que el año que comienza, junto con los vientos electorales, traiga las brisas de nuevas partidas presupuestarias aunque, recurriendo a la sabiduría popular, «es difícil que el chancho chifle».
El Diario de Baradero
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