«Nos pasamos la vida buscando lo que ya hemos encontrado”
Tomás Eloy Martínez.
Las lecciones de Tomás Eloy Martínez
De todas las vocaciones del hombre, el periodismo es aquella en la que hay menos lugar para las verdades absolutas. La llama sagrada del periodismo es la duda, la verificación de los datos, la interrogación constante. Allí donde los documentos parecen instalar una certeza, el periodismo instala siempre una pregunta. Preguntar, indagar, conocer, dudar, confirmar cien veces antes de informar: esos son los verbos capitales de la profesión más arriesgada y más apasionante del mundo.
Un periodista que conoce a su lector jamás se exhibe. Establece con él, desde el principio, lo que yo llamaría un pacto de fidelidades: fidelidad a la propia conciencia y fidelidad a la verdad. A la avidez de conocimiento del lector no se la sacia con el escándalo sino con la investigación honesta; no se la aplaca con golpes de efecto sino con la narración de cada hecho dentro de su contexto y de sus antecedentes. Al lector no se lo distrae con fuegos de artificio o con denuncias estrepitosas que se desvanecen al día siguiente, sino que se lo respeta con la información precisa. Cada vez que un periodista arroja leña en el fuego fatuo del escándalo está apagando con cenizas el fuego genuino de la información. El periodismo no es un circo para exhibirse, sino un instrumento para pensar, para crear, para ayudar al hombre en su eterno combate por una vida más digna y menos injusta.
El periodismo nació para contar historias, y parte de ese impulso inicial que era su razón de ser y su fundamento se ha perdido ahora. Dar una noticia y contar una historia no son sentencias tan ajenas como podría parecer a primera vista. Por lo contrario: en la mayoría de los casos, son dos movimientos de una misma sinfonía.
El lenguaje del periodismo futuro no es una simple cuestión de oficio o un desafío estético. Es, ante todo, una solución ética. Según esa ética, el periodista no es un agente pasivo que observa la realidad y la comunica; no es una mera polea de transmisión entre las fuentes y el lector sino, ante todo, una voz a través de la cual se puede pensar la realidad, reconocer las emociones y las tensiones secretas de la realidad, entender el por qué y el para qué y el cómo de las cosas con el deslumbramiento de quien las está viendo por primera vez.
10 Frases de Tomás Eloy Martínez que son el espejo de su vida:
1.- «No hay nada peor que una noticia en la que el reportero se finge novelista y lo hace mal.»
2.- «El periodismo no es un acto de narcisismo, sino de servicio a los demás.»
3.- «Ser periodista significa ponerse en el lugar del otro, comprender lo otro. Y, a veces, también ser otro».
4.- «Casi todos los periodistas están mejor formados que antes, pero tienen menos pasión.»
5.- «Preguntar, indagar, conocer, dudar, confirmar cien veces antes de informar: verbos capitales» del periodismo.
6.- «De todas las vocaciones del hombre, el periodismo es aquella en la que hay menos lugar para las verdades absolutas.»
7.- «Al lector no se lo distrae con fuegos de artificio o con denuncias estrepitosas (…), se lo respeta con la información precisa.»
8.- «El periodismo no tiene sino dos formas que cuidar: la de su herramienta -el lenguaje- y la de su ética.»
9.- . Si el periodista transa con el Poder (…) destroza el mejor argumento de su legitimidad y el único escudo de su fortaleza.
10.- «Aunque en todas las viejas reglas hay una cierta sabiduría, no hay nada mejor que la libertad con que ahora podemos desobedecerlas.». (Fuente: Agencias, La Nación, Diario 16, Sala de Prensa y El Ciudadano)
Nació en Tucumán en 1934. A los 17 años publicó su primer texto en estas páginas, de las que sigue siendo colaborador. Se inició periodísticamente en LA GACETA y luego se convirtió en uno de los más destacados exponentes del oficio. Es autor de dos libros clásicos de la literatura argentina: La novela de Perón y Santa Evita, ambas traducidas a más de 30 idiomas y publicadas en más de 60 países.
Santa Evita superó el millón de ejemplares vendidos y es la novela argentina más traducida de todos los tiempos. Sus libros recibieron críticas laudatorias de Gabriel García Márquez, de Mario Vargas Llosa y de Carlos Fuentes, y de The New York Times, The Washington Post y el Times, de Londres, entre muchos otros destacados autores y medios.
Ganó el premio Alfaguara por El vuelo de la reina. Por esa misma novela recibió el premio a la mejor novela extranjera del People’s Literary Publication House en China, donde se publicaron un millón de ejemplares del libro.
En 2005 fue nominado junto a seis premios Nobel al Man Booker International Prize, la distinción literaria más relevante del mundo después del premio de la Academia Sueca, por el conjunto de su obra. Fue uno de los tres finalistas. Es Writer in Residence por la Universidad de Rutgers (EE.UU.), donde dirige el programa de Estudios Latinoamericanos. Fue columnista permanente de La Nación, de Buenos Aires; de El País, de Madrid, y de The New York Times Syndicate.
En librerías de Estambul o de Bombay, de Varsovia o de Beijing, de Johannesburgo o de Amsterdam, de Haifa o de Tallinn, de El Cairo o de Moscú, de Yakarta o de Vilna, de Nueva York o de París dos autores argentinos suelen compartir los anaqueles junto a sus colegas locales y a los consagrados de la literatura universal. Uno es Borges; el otro, Tomás Eloy Martínez.
El periodista y escritor argentino Tomás Eloy Martínez falleció este domingo a los 75 años, luego de luchar contra una larga enfermedadEn su última columna para el diario La Nación, el 9 de enero de este año, el escritor argentino se refirió a los desafíos de la cultura narco; escribió que “la guerra contra las drogas y el narcotráfico impregna hoy buena parte de la literatura, sobre todo en Colombia y México, donde la cultura narco se ha infiltrado en todos los aspectos de la vida. Expandida como virus, pone y derriba gobiernos, compra y vende conciencias, se toma la vida de las familias y ahora la vida de las naciones. La cutura narco es la cultura del nuevo milenio”…
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