Las últimas palabras de Lucas fueron, «viejo si algo me pasa no hagas cagadas busca justicia»

El 12 de Febrero se cumplieron siete años del fallecimiento del joven Lucas Rotela, de 19 años. Lo mató el policía Gonzalo Kapp quien le disparó con escopeta. El asesino de Lucas está tras las rejas mientras la justicia avanza en una causa por el manejo de las autoridades policiales del momento para encubrir el aberrante crimen.

En la plaza, donde Lucas y un amigo charlaban antes de encontrar la muerte, este lunes se colocó sobre un monolito una placa en repudio por el accionar policial, que además recuerda al joven familiero que soñaba con ser boxeador o físico culturista.

Miguel Rotela, se emociona como el primer día al recordarlo, sus palabras son medidas, respetuosas, pero el dolor de la perdida, la injusticia y el abuso de poder es muy grande, por eso no alcanza con que el asesino de Lucas este preso, él exige con todo derecho que quienes intentaron encubrir el crimen también paguen.

¿Cómo tomaste el homenaje al cumplirse 7 años del crimen de Lucas?

“Yo creo que fue un homenaje atrasado, tengo entendido que hacía mucho que estaba y por cuestiones de tiempo no se hizo el año pasado, pero se dio este, pero la verdad tendría que haber sido hace como seis años atrás, pero bueno cada uno sabrá porque no lo hizo».

¿En todo este tiempo encontraste alguna explicación a lo que sucedió esa noche?

«Yo creo que lo de Lucas fue una muerte explicable, lo que pasa es que quien lo tiene que explicar no tiene los huevos suficientes, porque no controlaron a quien debían controlar.

Como vas a controlar a tu fiel amigo el comisario, como le vas a poner límite, yo creo que la amistad esta por lado y las obligaciones por otro y creo que se confundió todo el tema, todos sabíamos del comportamiento de este oficial. Una persona que había sacado el arma, había amenazado a chicos de 15 años, había sido derivado a otro lado, después repatriado entre comillas, un tipo de estos y con una escopeta en la mano».

¿Te réferis al ex intendente Aldo Carossi?

«El lunes lo echaban a Franzoia o lo trasladaban, les movían el kiosquito y oh casualidad este muchacho ve fantasmas y aparece Lucas muerto. Gran casualidad también el día que Lucas esta herido que llega primero Paggi desde la Plata que Carossi de Alsina al hospital. Paggi no sabía de que disfrazarse, para mí -ojala me equivoque- me parece que ellos ya tenían un informe que habían matado a un delincuente y venían a condecorar y se encontraron con otro panorama».

¿La causa por encubrimiento sigue su curso, está abierta la investigación?

«Esa causa sigue avanzando, tengo la información precisa, que continuó no caduca. Franzoia a las siete de la mañana no sabía quien había tirado del gatillo según él, pero había estado a las cuatro de la mañana tomando mates con Kap. Esto lo puedo declarar porque es publico, Franzoia no sabía donde había dormido esa noche, si en la comisaria o en la casa, no sabía eso. Lo primero que intentó instalar que era un vecino el que había tirado con un revolver 22, sabes a qué hora mandaron a preservar el lugar del hecho a las 11 de la mañana».

¿Cómo lo imaginas a Lucas hoy ?

«Me lo imagino a Lucas hoy como era en ese momento, muy familiero, muy amiguero, se privaba de cosas para poder darle lo mejor a los amigos. En épocas dulces vivíamos en el campo, detrás de Atanor, yo me levantaba los domingos y buscaba la facturas temprano y luego cuando se levantaba tomábamos unos mates, un día que tenía una sequedad terrible, se levanta Lucas con 10 u 11 años y me dice, papi no buscaste las facturas, no hijo no tengo plata, se fue sin decir nada agarró su bicicletita rodado 14 y se vino hasta la Panadería Bariloche y compró 8 facturas, porque la plata que tenia no le alcanzó para una docena, imagínate semejante recorrido en esa bicicletita de niños. Cuando llego dijo papi acá traje para desayunar.

Lucas de niño junto a su familia

Lucas era un ser especial, cuando me asome a la puerta y lo vi tirado y ensangrentado, dijo lo que le había pasado, luego me miró, Y sus últimas palabras fueron < viejo si algo me pasa no hagas cagadas busca justicia>, creo que lo pinta de cuerpo entero como era él.»

El hecho

El policía Gonzalo Kapp alzó su escopeta, apuntó y apretó el gatillo. Su disparó fue a corta distancia, directo, horizontal, por la espalda. Las postas de plomo impactaron contra Lucas Rotela. Las heridas fueron letales pero el joven de 19 años no se desplomó en la Plaza Colón sino que, gracias a su buen estado físico y de salud, logró subirse a su moto y llegar hasta su casa, ubicada en inmediaciones al Aero Club. Lucas se desvaneció en la puerta de su vivienda por la gran pérdida de sangre que tuvo. Antes alcanzó a decirle a Miguel, su padre, que un policía le disparó.

Su papá Miguel vio las heridas que tenía su hijo, las lesiones que provocó el escopetazo. Llevó a Lucas hasta el hospital, lo cargó en su propio auto. Al joven lo operaron en el nosocomio mientras un helicóptero sanitario aterrizaba en el “Lino Piñeiro”. Lucas tenía perforado los intestinos, el bazo, los pulmones. Un perdigón “le recorrió” un brazo, otro lo atravesó e incluso dañó su cinturón de cuero. Lucas murió antes que el helicóptero lo llevara. Era la madrugada del 12 de febrero de 2011, a poco de cumplirse un año por la quema de la Municipalidad. Baradero estaba a mitad de un Festival de Música Popular y se tiñó de luto, con todos los medios nacionales y provinciales en casa.

La repercusión que tuvo este caso de gatillo fácil sucumbió a toda la cúpula de la Policía Bonaerense. Cayeron todos. El entonces intendente Aldo Carossi quería sostener a toda costa a su amigo-comisario Raúl Franzoia, quien ostentaba el cargo de comisario de Baradero y decidió que Kapp saliera, nuevamente, a patrullar las calles de la ciudad. Un exintendente que “bancó” Franzoia en medio de la muerte pero que después se pelearon por el negocio de las vacas que tenían en común.

Kapp había sido sancionado por su comportamiento nocturno al ser partícipe de una pelea en pleno centro donde se le cayó su arma reglamentaria y por su suerte, en esa oportunidad, no ocurrió una desgracia. Tuvo como destino la zona rural. Y regresó con Franzoia, cuando Gómez dejó su cargo.

Intentaron ocultar la responsabilidad policial pero no pudieron. Kapp fue separado de la fuerza y condenado a prisión perpetua, una sentencia que se amplió con un tercio por ser funcionario público y así sumó 33 años de prisión.

Sobre el excomisario se inició una investigación por encubrimiento, que involucra a dos policías más. Al fiscal de San Pedro, Marcelo Manso, no le gustó para nada que quisieran pasarlo por encima. La causa actualmente tramita en la UFI N° 8 del Dr. Hernán Granda.

Pasaron siete años del caso de gatillo fácil que conmocionó a toda la comunidad y tuvo su difusión nacional. Y para quienes ejercitan la memoria, febrero no es solo música y festival. Sino que también invita a la reflexión para que las aberraciones no ocurran nunca más.