En la ciudad de Rosario, como en tantas otras de nuestro país, se ha puesto en cuestión la eficacia del uso de las cámaras de vigilancia. El diario La Capital, publicó ayer una nota al respecto en la que se cita la opinión de la periodista y politóloga Natalia Zuazo, autora del libro «Guerras de Internet» quien da una serie de pautas a tener en cuenta cuando se decide una inversión tan importante como la que requiere la instalación de esas cámaras. A renglón seguido se transcribe la esencial de la publicación ya que tiene importancia para Baradero donde las cámaras fueron presentadas como una necesidad impostergable, como si al no colocarlas nos situáramos fuera de lo moderno y como una especie de panacea para los problemas de la seguridad.
«Guerras de Internet», de la periodista y politóloga Natalia Zuazo, aborda la omnipresencia de Internet en cada rincón de nuestras vidas. Un texto para entender y concientizar sobre el uso que las empresas hacen de la acciones y preferencias de las personas en las redes sociales, derribando mitos y proponiendo interrogantes sobre los contenidos que «ingenuamente» los usuarios suben a «la nube». Plantea además un debate necesario sobre la privacidad y al respecto sostiene: «Los municipios compran cámaras de videovigilancia pero no hay un debate sobre si ese dinero invertido tuvo un resultado»
La videovigilancia y la privacidad en Google, Facebook y las aplicaciones de los teléfonos celulares son los principales ejes del trabajo de Zuazo, a fin «de generar una conciencia sobre estos usos, y sobre todo una conciencia política». En este marco, dice que «en general, los municipios compran cámaras y videovigilancia pero no hay un debate. Se aprueban esos presupuestos, se licitan o no, y después no hay debate sobre si ese dinero invertido tuvo un resultado».
Cuenta que realizó un relevamiento de centros de operaciones de distintas ciudades del país. Y concluyó que «todos lo municipios, grandes o chicos, tengan o no delito, todos instalan cámaras». Entiende que ahí se conjugan dos hechos: por un lado el político que «necesita mostrar gestión y que está haciendo algo frente a un problema concreto como la inseguridad». Y por otro lado «los canales de televisión, que tienen una gran productora financiada por el Estado, que les está dando ese material permanentemente».
«Las ciudades menos inseguras son las menos desiguales»
Pero que en este juego en el que «aparentemente todos ganan, la pregunta es si eso genera una disminución del delito, o si se mide si eso da o no un resultado». Alerta también que «las empresas a las que se elige como proveedoras son siempre las mismas», porque «el mercado de la videovigilancia es un mercado concentrado de empresas que venden las cámaras y los software». Cita el caso de una firma de videovigilancia que, en la última página de un reciente informe, afirma que las ciudades menos inseguras son las menos desiguales: «Lo dicen las propias empresas pero al final, cuando ya vendieron las cámaras».
Sobre las redes sociales apunta: «Facebook, y también Google, son las dos empresas de publicidad más grandes del mundo, y cuyo éxito se basa tener la mayor cantidad de usuarios posible. Cuanto más usuarios tiene Facebook y más acciones realiza, esa empresa de publicidad tiene más datos actualizados». Y advierte: «Facebook además de nuestra edad y sexo sabe nuestra situación sentimental, nuestras preferencias políticas y religiosas porque se las mostramos. Pero además cuando le damos Me Gusta a algo está construyendo un perfil de consumidor».
Respecto de los argumentos de usuarios que afirman «no tengo nada que esconder» o «si total me van a espiar igual», dice que son frases fácilmente rebatibles: «Si uno no tuviera nada que esconder no saldría vestido a la calle, no le podría llave a la casa o que cualquiera vea sus email. La privacidad importa por sí misma, porque sin privacidad dejamos de ser ciudadanos. Hay una base de la vida democrática que es poder mantener un secreto para poder disentir. Si la vida fuera absolutamente pública u observada permanentemente, careceríamos de privacidad y viviríamos en un totalitarismo».
El Diario de Baradero
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