Si hay un lugar que cuenta la historia de un pueblo y quienes lo habitaron, ese es sin lugar a dudas, el cementerio.
En él existen reliquias que narran los diferentes sucesos ocurridos a lo largo del tiempo y como los vivieron los hombres y mujeres de ese tiempo. La arquitectura, los materiales , las fotografías y leyendas hacen de estos lugares una fuente inagotable para respirar historia. La historia de ese lugar.
Cuando hacemos turismo, visitarlos, es entonces, una manera de aprender sobre ese pueblo.
¿Y por qué no empezar por el nuestro? Así pués que por ello, BTI realizó, cámara en mano, la visita guiada que desde Patrimonio Cultural de nuestra ciudad , se hace una vez cada mes, con la excelente guía de la futura Directora de Turismo Emilia Do Campo.
Deseamos que estos artículos que publicamos sobre «Lugares Nuestros» sumados a la lectura de la bibliografía de los historiadores locales, las imágenes de los diferentes sitios web, las historias que nos cuentan nuestros mayores, las visitas guiadas, sirvan para acrecentar nuestra identidad baraderense. Hacernos amar un poco más a nuestro pueblo grande. El lugar donde nacimos y vivimos.
BTI
El cementerio. Su historia.
Por los documentos existentes en los archivos locales, se advierte que el actual cementerio católico, ya existía en 1828.

La primitiva parte tenía una superficie de de 50 por 50 varas y en 1855 la Comisión Municipal le hizo construir un cerco de dos varas de alto , con un pórtico que aún existe y una puerta de hierro. Se dispuso que las bóvedas se construyeran contra los cercos para mayor rendimiento del terreno y mejor simetría.

Hasta 1865 el cementerio estuvo a cargo del cura párroco, año en que se hizo cargo de su cuidado y administración la Municipalidad ¿La razón? La gran cantidad de denuncias que llegaban a la Corporación Municipal sobre la presencia de vizcachas que tenían cuevas en los alrededores del cerco y, cavando, conseguían entrar por debajo de los cimientos y llegaban hasta las sepulturas sacando los huesos afuera.

En abril de 1867 cuando se presentó la primera epidemia de cólera, las autoridades determinaron su ensanche. Este fue otras 50 varas hacia el costado SE y por causa de la gran cantidad de muertos (en noventa días hubo 306 fallecidos), en el fondo del terreno asignado se hizo una gran fosa de dos varas de profundidad para depositar a las víctimas del flagelo, que eran dos o tres por día. Los sepultureros, Joice y Francisco Ambort, fueron los encargados de cavar la fosa, transportar los cadáveres en dos carros construidos ex profeso, para depositarlos en la fosa y cubrirlos con dos cuartas de cal para evitar la contaminación. En ese tramo se sepultaron todos los muertos de la epidemia del cólera, fiebre amarilla y otros flagelos.

En 1873 un grupo de vecinos de los más caracterizados y sin duda en nombre del temor por todas las pestes sufridas, enviaron una nota a la Corporación Municipal pidiendo el traslado de la Necrópolis a otro lugar, manifestado que en los días que soplaba viento del sudeste ”se advierte un tufillo que se desprende de los cadáveres en descomposición cuyas miasmas infectan el aire”. Es por ello que la Corporación Municipal compra en 1873 a Don Juan Lanín, un lote de terreno a una legua de distancia. Eran exactamente seis hectáreas en el lugar donde ahora se encuentra la Escuela N° 6 en el barrio “La Tortuga”. Pero transcurridos tres años y ya construida la escuela, los vecinos del barrio también se opusieron al traslado porque no era adecuado establecer el cementerio al lado de una institución de educación primaria.
En 1892 se le hizo al cementerio un ensanche de 20 varas en el costado NE, sobre la barranca que da al río levantando un muro en todo el frente. El mismo muro fue restaurado en 1960.

El 10 de noviembre de 1900 el HCD autorizó un ensanche hacia el SO. A este tramo se le edificó , por el constructor Pedro Righini, el actual pórtico con la capilla sobre la derecha y hacia el otro costado la oficina administrativa.
Con el correr del tiempo y en diferentes gestiones de gobierno se fueron realizando las ampliaciones necesarias, hasta llegar a las dimensiones actuales, como así también, el asfaltado de las calles internas que en sus orígenes eran de tierra lo que las hacía intransitables después de las lluvias.

Fuente:
«Historia de Santiago del Baradero». Alejandro Barbich
«Reseña Histórica de Baradero». Ing. Hector Uffelmann
Visita guiada Patrimonio Cultural Municipalidad de Baradero.
Fotografías: Augusto Cárdenas
BTI
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