El Correo Argentino, servicio de gran importancia social, sufrió durante la década del 90 los embates de la furia “privatizadora” y fue desmembrado, se lo obligó a facilitarles la tarea a los correos privados que eran su competencia, se redujo personal hasta llevarlo a tener una estructura inadecuada. Todas razones que se utilizaron como fundamentos a la hora de decidir su pase a manos privadas.
Años más tarde se decidió volverlo a manos del Estado y, de a poco, fue recuperando la confianza que los usuarios le habían perdido, un tanto por mérito propio y otro porque el público comprobó que, aún reducida y maltrecha, la estructura del correo estatal superaba por amplio margen a la de cualquier correo privado.
Desde hace algún tiempo, aquéllos embates han vuelto a aparecer. En la oficina local, pese al esfuerzo que ponen los empleados, resulta notoria la falta de personal y, con respecto a ciertos envíos, la falta de atención es francamente más que llamativa.
Un lector de El Diario ha relatado que, tras adquirir un producto en el exterior y habiendo recibido una notificación en cuanto a que lo que está aguardando se encuentra desde el 18 de enero último en la oficina de correos de la Aduana de San Pedro, nadie sabe a ciencia cierta qué es lo que pasa con el envío. En la oficina del correo local le dijeron que dependía de San Pedro y que, cuando todo estuviera en orden, recibiría un telegrama informándole los pasos a seguir para proceder al retiro del sobre o paquete que espera. Lo de los pasos a seguir se refiere a que, si lo que llega del exterior supera cierto valor preestablecido, al retirarlo hay que abonar una tasa en la AFIP.
El lector llamó entonces a la AFIP delegación San Pedro donde le informaron que, hasta que hasta que el correo no los notifique ellos nada pueden hacer. Insistente, el lector volvió al correo local y allí pudo enterarse que en la oficina de correo de la Aduana de San Pedro hay personal de vacaciones, que hubo algunos días en los que un empleado de la oficina de Baradero viajaba a San Pedro a hacer reemplazos y, ubicado ese empleado por el lector, éste pudo enterarse que “por ahora no iba” y que “no sabía cuándo retornaría” ya que debían llamarlo y no lo habían hecho.
Decidió, entonces, viajar hasta San Pedro donde se encontró con un panorama preocupante. La oficina de esa ciudad, que funciona en la elegante calle peatonal, parece el correo de Kosovo; un cartel que da pena anuncia que allí, en un reducido local, está la oficina del correo. Gente que desborda a empleados escasos y en el lugar, robándole espacio al menudo local, hay una puerta de acceso a una también minúscula oficina que atiende los despachos aduaneros en un curioso horario: martes, miércoles y jueves de 10 a 11. El lapso era adecuado cuando los envíos desde el extranjero eran reducidos, pero hoy, que se han incrementado notablemente, no resulta conveniente lo que da como resultado la acumulación de paquetes y sobres que siguen retrasándose en la entrega sin que la empresa atine a los más elemental: sumar empleados
Puesto a pensar qué pasa, termina uno por creer que se avecinan tiempos difíciles para el Correo Argentino y su gente ya que sólo deliberadamente puede atenderse tan mal y perder dinero adrede. Se intuye que se está allanando el camino para despedir personal a una nueva privatización y habrá que estar alerta para no repetir errores del pasado reciente.
El Diario de Baradero
Comentarios de Facebook