Cuando llegan los días estivales resucita un viejo problema que aqueja a un buen número de vecinos. Baradero posee aún muchas calles de tierra y cuando el calor arrecia y menguan las lluvias, como actualmente ocurre, la tierra que vuela se convierte en una molestia y, por momentos, un suplicio para todos los que viven sobre esas calles. No faltan además los desaprensivos que, sin importarles absolutamente nada lo que padecen esos vecinos, conducen por esas calles sus vehículos a una velocidad que puede resultar legal, pero que no es apropiada si lo que se quiere es tener un mínimo de respeto por los vecinos. Tras el paso de esos automotores la tierra vuela y se deposita en las viviendas, atraviesa ventanas, percude ropas y por donde pasa crea un ambiente desagradable. No es necesario abundar en explicaciones, todos más o menos entienden qué significa ese estado de cosas para quienes lo sufren.
Los regadores
Cuando pasa el regador todo cambia, la tierra se aplaca, la temperatura disminuye al atenuarse el efecto de reverbero y la calle se afirma. Pero para que esas cosas sucedan, es necesario que el riego sea frecuente y allí radica la cuestión. Nadie puede decir que este problema es una falla de la actual administración comunal ya que la situación que se ha descrito renglones más arribac existe desde hace largo tiempo y todos los años merece algún comentario como el que se está leyendo sin que se haya encontrado la solución que es, por supuesto, hacer que el riego sea tan frecuente como se necesita.
No son muchos los camiones regadores que hay disponibles para tanta necesidad de ellos como existe, pero teniendo la suerte de contar con una bomba que extrae agua del río, tenemos el principal elemento en forma abundante, gratuita y sin causar perjuicio al medio ambiente.
Existe, entre los perjudicados, la esperanza de que alguna vez, el tan anhelado riego llegue a ser el que se espera desde siempre.
El Diario de Baradero
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