Inicio

Interés general

Mi primer verano sin Juan en casa

Mi primer verano sin Juan en casa

Mi primer verano sin Juan en casa

09/01/2016

Categoría: Interés general, xHoy1

Compartir:

94908

Los más grandes errores humanos nacen a veces de las mejores y más altruistas intenciones. No sé si se trata de un proverbio hindú, pero, en el caso de que todavía no lo sea, debería. Porque lo cierto es que nadie me obligó a comprar un departamento al pozo. Juro que nadie. Lo decidí yo solito. Corrían los primeros meses del lejanísimo año dos mil diez, podía pagar las cuotas sin demasiados sobresaltos y me pareció que era una buena oportunidad, llegado el momento, para que Juan, mi bellísimo y extraordinario y único hijo, por fin se independizara. Teníamos una relación muy próxima y me parecía que la autonomía le podría hacer muy bien a su futura vida adulta.

Pero, muy a pesar de que yo, íntimamente, suponía que su futura vida adulta nunca iba a llegar, llegó rapidísimo.

Justo el verano pasado.

Juan, con apenas veintiún añitos, se mudó a Chacarita. Exactamente a once kilómetros en bicicleta o a tres combinaciones de subte o a más de cien pesos en taxi desde mi PH en Constitución. El hueco que dejó su ausencia era gigante. Ocupaba prácticamente toda la casa. Encima la escritura de alguna novela, un recurso que siempre me había servido en anteriores pérdidas, esta vez no funcionaba: no encontraba la manera de contar la historia de Lin Jang Xian, un chino que murió incendiado por sus atacantes dentro de su propio supermercado, en Glew, en un intento de saqueo a principios de diciembre de dos mil trece. Escribía unas páginas y me parecía que esa novela ya la había escrito, que me estaba repitiendo, y no podía seguir adelante.

Así que.

Decidí pintar mi PH.

Una decisión drástica pero a la vez conocida. Pintar paredes y techos y puertas y ventanas o realizar trabajos de carpintería, siempre me produjo un enorme bienestar interior. Creo que se trata de la situación que más se parece a mantener durante horas la mente en blanco. Mientras lo hacemos es imposible pensar en otra cosa que aquella que estamos haciendo, quiero decir. Absolutamente imposible. Y eso, pensar en nada, era lo que yo necesitaba imperiosamente en ese momento tan crucial. Sobre todo porque Juan no aparentaba sufrir el exilio. Ni un poquito. Todo lo contrario, me animaría a decir. Cada vez que me visitaba, o lo hacía yo, lo veía más contento y más encantado con su nueva vida. Y tampoco era cuestión de que se diera cuenta de cómo y de cuánto lo extrañaba.

Mi PH es de techos muy altos, con mil recovecos, molduras, escaleras, más etcéteras y etcéteras. Y no lo pintaba desde que me había mudado, hacía de esto unos siete años. La tarea, entonces, me llevó su tiempo. Casi todo el verano, para ser del todo preciso. Comenzaba a trabajar muy temprano por las mañanas y terminaba bastante tarde, cuando ya era casi de noche. Muerto de cansancio. Al principio me dolían todos y cada uno de los músculos del cuerpo, pero con el correr de los días el asunto mejoró. Me cansaba menos y, encima, estaba adelgazando unos cuantos kilos, cosa que no me venía nada mal. También por esos días, creo que no lo avisé antes aunque debería haberlo hecho, había terminado una relación sentimental y estar más flaco sin duda me ayudaría a encontrar una nueva niña con la que intentar ser feliz apenas concluir con la pintura del PH.

Y al llegar a este punto tan álgido de mis recuerdos del verano pasado, sospecho que un segundo proverbio hindú no le quedaría nada mal a esta crónica, casi que se cae de maduro: Si vas a cometer errores, hazlo de a uno por vez, cuídate mucho de no cometerlos todos juntos.

Porque reconozco que aunque aquel amor no diera para más, me hubiera ayudado un montón tener un amable hombro femenino en donde poder descargar mis lágrimas de padre abandonado. Pero, bueno, ya no tenía ese hombro. Sólo tenía los tarros de pintura y los pinceles y el rodillo. Y mis ganas de no pensar en otra cosa que no fuera lo que estaba haciendo. De no pensar en que mi pequeño hijo me había dejado para siempre. Me aboqué de lleno a la tarea. Con fervor. Con entusiasmo. Y la supe disfrutar. Tanto que no sólo pinté la casa entera, sino que también agregué anaqueles que faltaban en las bibliotecas, después subí a la terraza, la pinté y cambié algunas maderas del sauna que estaban en muy mal estado. Compré algunas plantas nuevas y decidí mudarme de habitación y modificar la decoración.

El tema de la novedosa decoración merece un párrafo aparte.

Por diversos motivos.

En principio no la cambié, sólo la modifiqué, que no es lo mismo aunque pueda parecerlo. No tiré todo lo que tenía y coloqué en su lugar objetos nuevos, quiero decir. Nada de eso. La decoración de mi PH nunca fue excesiva, se nutre de decenas de ranas de los más diversos materiales que fui juntando amorosamente en el transcurso de los años, desde aquel día primordial en que un viejo zapoteca, en Oaxaca, me contó que le daban suerte a sus propietarios. También tengo una apreciable cantidad de cuadros con fotos de mis antepasados. Y poco más, algunas vacas que me recuerdan el campo de mi infancia, una máquina de escribir antigua, un dibujo del Quijote que me regaló Miguel Rep. La modificación, entonces, tuvo que ver con el sitio novedoso que iba a ocupar cada uno de esos objetos y no con su exterminio. Pasaron de una habitación a la otra, de la terraza a mi escritorio o viceversa y se agruparon de manera muy distinta. Y comenzaron a mirarme, y a ser miradas por mí, de un modo completamente nuevo.

Lo mismo, pero distinto.

Una gran enseñanza sobre lo que acababa de empezar en mi vida, la que me dieron las ranas y mis antepasados enseguida después de terminar con la pintura. En silencio, sin palabras graves, casi como sin querer hacerlo. Tanto fue lo que aprendí de ellos que, hacia el final del verano, la novela de Lin Jang Xian comenzó a fluir sin ningún esfuerzo y mi hijo, desde su nueva vida, me ayudó a hacer unas puertas y a construir unos muebles en el quincho de la terraza para el futuro de la mía. A modo de moraleja o de proverbio hindú quizá todavía no aceptado por la Real Academia Hindú de los Proverbios, se me ocurre uno más, bien largo, bien exhaustivo, para el final: Si no quieres que tu hijo se vaya tan pronto de tu casa, no le compres un departamento al pozo y, si igual lo haces porque todos nos equivocamos y además haces otras cosas que tampoco te ayudarán a soportar la pérdida en ese mismísimo momento, al menos ten a mano un PH que necesite unos cuantos litros de pintura y, sobre todo, alguna sencilla modificación en su decoración.

federico-jeanmaire_CLAIMA20140712_0029_27

Federico Jeanmaire
Clarín.com

Comentarios de Facebook

Últimas noticias

Beneficiarios denuncian penalmente a Milei, Bullrich y Caputo por estafa

Beneficiarios denuncian penalmente a Milei, Bullrich y Caputo por estafa

Vecinos y vecinas de Procrear Avellaneda acusan desbaratamiento de derechos e incumplimiento de deberes tras la entrega de sus viviendas...

Avance médico en la Provincia: cirugías cardiovasculares a prematuros sin traslados

Avance médico en la Provincia: cirugías cardiovasculares a prematuros sin traslados

Dos bebés prematuros fueron operados con éxito en los hospitales de González Catán y Cañuelas, evidenciando el compromiso provincial con...

El Gobierno Nacional profundiza el ajuste en pleno invierno

El Gobierno Nacional profundiza el ajuste en pleno invierno

Esto impacta directamente en los hogares, el Gobierno desreguló el mercado de garrafas, eliminando controles de precios y sólo se...

La industria textil local en jaque por el avance de las importaciones

La industria textil local en jaque por el avance de las importaciones

La industria textil argentina atraviesa una crisis profunda, afectada por la caída del consumo interno y una creciente ola de...

Nuevas reglas de ARCA para compras desde el exterior

Nuevas reglas de ARCA para compras desde el exterior

Desde el 1° de julio de 2025, entrará en vigencia una nueva normativa de la Agencia de Recaudación de Control...

Publicidades

Flyer BTI ABC Clean Eden 1

Noticias relacionadas

Interés general

Beneficiarios denuncian penalmente a Milei, Bullrich y Caputo por estafa

Beneficiarios denuncian penalmente a Milei, Bullrich y Caputo por estafa

Vecinos y vecinas de Procrear Avellaneda acusan desbaratamiento de derechos e incumplimiento de deberes tras la entrega de sus viviendas...

Leer nota

Interés general

Intendentes de la Costa Atlántica exigen la reactivación del Gasoducto de la Costa

Intendentes de la Costa Atlántica exigen la reactivación del Gasoducto de la Costa

Frente a la crisis generada por el corte del suministro de gas que afectó a Mar del Plata y a...

Leer nota

Interés general

Por obras paralizadas.

Por obras paralizadas.

Mar del Plata enfrenta una crisis por la interrupción del suministro de gas en plena ola polar En plena ola...

Leer nota

Interés general

Vialidad Nacional

Vialidad Nacional

Cero gasto en mantenimiento de rutas, pero millonaria inversión para vigilar a trabajadores En medio de un contexto donde las...

Leer nota