Llegó sin nada, de la misma manera en que se fue, y dejo mucho, lo hizo por Dios, por su fe, por su misión, por Baradero.
Soportó en silencio las críticas despiadadas, injustas, sin sentido, fue ninguneado, tratado de chanta y aprovechador. Pero calló
Trabajo durante dos meses junto a un puñado de seguidores sobre un enorme tronco de eucaliptus que poco a poco fue tomando forma y la imagen de Cristo apareció, la fue perfeccionando, definiendo, hasta el último detalle de la escultura de más de 10 mts estaba en su cabeza, más de ocho mil kilos de madera eran descartados con motosierra.
“Antes de dormirme en la carpa, imagino lo que hare mañana, planifico en mí cabeza la tarea y luego me duermo”.
Al otro día agarraba una tiza si era necesario o lo hacía de memoria, cortaba, descartaba y creaba.
Muchas veces se escondía en silencio o desaparecía por un tiempo, a media luz soportaba el terrible dolor que le provocaba el esfuerzo, en una de sus piernas.
Estudiaba uno a uno a los que se acercaban a él, y sabía muy bien cuáles eran sus intenciones, quien lo hacía de corazón o por interés, pero era amable con todos.
El tiempo transcurría y la escultura ya nos deslumbraba, en menos de un mes estaba lista.
De manera simple, con total humildad se la donó a la comunidad y se fue, su misión estaba cumplida.
Partió hacia San Luis y de allí a Entre Rios… siguió su camino peregrino, de escultor, poeta, artista y fundamentalmente hombre de fe.
Convencido que cumplirá su sueño casi utópico de levantar un Cristo de la Hermandad en las Islas Malvinas.
Antes de marcharse me entregó un papel en el había escrita una plegaria, me dijo, “Toma, es mí ultima plegaria, el día que lo entronicen quisiera que todos la tengan en sus manos y la puedan leer”.
Luis Sissara, nos dejo mucho más que una escultura, a los que siempre creímos en él nos ayudo a crecer y ver que hay que estar mas allá de las pequeñeces mundanas, a no poner nunca la otra mejilla, ver con claridad pero no con odio que existen las buenas y malas personas, a quienes sumar o descartar de nuestras vidas y a saber cuándo dar un paso al costado, para allanar el camino, aunque nos duela en el alma.
Hoy tal cual lo dijo Luis, son muchos los que se suman, “el día de la entronización todos subirán al palco, sobre todos los que nunca creyeron y criticaron, pero no importa, lo que realmente importa es el Cristo que se eleva detrás y que estará siempre, porque Cristo siempre está, mas allá de los hombres”.
Mí Última Plegaria
Señor:
Muchas veces,
Ya cansado de luchar,
me aferro a tus maderos
de una manera desesperada
y humillante
con mis manos llenas
de angustias,
Y cuantas veces mi Señor,
He derramado sobre tu
Cuerpo mis lagrimas…
Y hoy, en mi cansada vida de peregrinar,
Tan sólo te pido, me perdones, si renuncio,
y si yo me rindiera en esta lucha
y si por algo te olvidará, y te dejo
tú no me olvides a mí…Señor!
Porque a pesar que tus cielos,
están lejanos
y tus huellas, ya casi borradas
con el tiempo.
Yo aun te sigo como un perro fiel,
por esos caminos sufrientes
donde otros jamás llegarán.
Luis Sissara
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