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Mosconi, entre el olvido y el desconocimiento. Por  Santiago Liaudat (Agencia Paco Urondo )

Mosconi, entre el olvido y el desconocimiento. Por  Santiago Liaudat (Agencia Paco Urondo )

Mosconi, entre el olvido y el desconocimiento. Por  Santiago Liaudat (Agencia Paco Urondo )

29/03/2025

Categoría: Historias, xHoy1

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Mosconi, entre el olvido y el desconocimiento

Por

Santiago Liaudat

A fines del año pasado compartí, por casualidad, un viaje con un obrero de YPF que trabaja en la Destilería de La Plata. Tuvimos varias horas de viaje en las que pude sacarme muchas dudas sobre distintos aspectos que hacen a la refinación del petróleo, su transporte, las condiciones laborales, entre otros temas. En el intercambio, le pregunté por la causa de los recurrentes incendios que se ven desde fuera de la planta. Vivo en un barrio cercano al enorme complejo industrial y es cada vez más frecuente observar humo, incluso llamas, en distintos puntos de un predio que tiene unas 350 hectáreas. De hecho, en agosto de 2024, uno de estos incendios fue de tal envergadura que se convirtió en noticia nacional (como puede verse en la cobertura televisiva de Telefé). Me dijo que, efectivamente, los accidentes se multiplicaron durante la gestión libertaria debido a la reducción de personal a través de rescisión de contratos y jubilaciones anticipadas. Entonces, por un lado, disminuyeron la cantidad de personas por área de trabajo (“en mi sector, éramos cien y quedamos unos 25”) y, por el otro, se perdieron los trabajadores con más experiencia.

Esta merma no se corresponde con una baja en la producción que pudiera justificarlo. Por el contrario, debido al boom de Vaca Muerta, la refinería está operando en niveles records. “Pero —aclaró mi interlocutor— no es solo eso. Hay cosas que vienen de antes, como el problema del robo de materiales para la reventa”. Más allá del pillaje cotidiano, enfatizó en el hurto de barras de cobre de miles de kilogramos que sirven para descargas eléctricas a tierra de grandes instalaciones. O sea, para protección de los equipos y ¡cuidado de la integridad física de los mismos trabajadores! ¿Quiénes depredan así los bienes de la empresa estatal? “Gente de adentro, se ponen de acuerdo entre varios, porque necesitás camiones para transportar lo que sacan, algunas complicidades”. ¿A qué punto ha llegado la ruptura de la solidaridad entre laburantes que hay quienes son capaces por rapiña de poner en riesgo la seguridad de sus compañeros? ¿Hasta dónde la pérdida de conciencia nacional y sentido de lo público que habilita el saqueo de la petrolera de bandera?

Por supuesto, no puede generalizarse al conjunto del personal de YPF. No es esa mi intención. Pero son síntomas de una descomposición que se revierte con mayor control y, sobre todo, con formación ideológica. En relación con esto último, le pregunté si en la planta industrial conocían el legado de Mosconi, si se trabajaba a nivel de la empresa o entre los trabajadores su memoria y su ejemplo. Me contestó que de nombre se lo conocía, pero nada más: “hay un museo en la refinería, pero nunca fui”. Averiguo y, en efecto, existe el Espacio de la Energía, iniciado como política en 2015 tras la estatización parcial de la firma y orientado a la concientización sobre la importancia de los hidrocarburos. Por lo que se observa en su comunicación institucional está dirigido a la comunidad circundante. En resumen, es poco o nula la recuperación histórica de quien fuera el fundador de la Destilería.

Esta conversación imprevista me produjo dos certezas. La primera, que YPF —sobre la cual realizamos tres informes relativos a los desguaces de la administración libertaria— está en riesgo de descapitalización. En este caso, por pérdida de capacidades asociadas al conocimiento de sus trabajadores y eventualmente de equipamientos y materiales en siniestros. Los fabulosos números de Vaca Muerta, que reportan suculentos dividendos, no deben tapar el bosque del deterioro de la empresa en un sentido más integral. La segunda, la necesidad de revalorizar el legado de Mosconi a nivel de los trabajadores, pero también en relación al cuidado en la gestión de lo público (en particular, en las empresas del Estado). Por eso, en el día de su natalicio, recuperamos su obra destacando aspectos mayormente desconocidos más allá de su accionar al frente de YPF, tales como la promoción de la unidad latinoamericana, la sustitución de importaciones y el fomento a la industrialización y la conocimiento tecnológico local y su concepción de nacionalismo económico. Todas las referencias a páginas y capítulos a lo largo del texto corresponden a Mosconi (1983).

Aprendizajes de juventud 

Mosconi nació en Buenos Aires en 1877. Hijo de Enrico Mosconi, un ingeniero italiano que había llegado al país para trabajar en los ferrocarriles, y de Juana María Canavery, de raigambre porteña, cuyos hermanos eran parte del Ejército. En ese ambiente familiar creció el niño Enrique, que a los catorce años ingresó al Colegio Militar de la Nación contra los deseos de su padre. En 1894, egresó como subteniente, dando inicio a la carrera castrense en el arma de Infantería. A pesar de cumplir con tareas en distintas locaciones del país, el joven Mosconi realizó estudios de ingeniería en la Universidad de Buenos Aires. En 1903, a la edad de 26 años, se graduó como ingeniero civil, reconciliándose, en cierto modo, con el legado paterno. En esos años, desarrolló tareas de proyección de un ferrocarril en Neuquén, comisiones topográficas en Mendoza, construcción de un cuartel en Santa Cruz, entre otras, siendo transferido al escalafón del Arma de Ingenieros.

Entre 1904 y 1914 realizó cuatro viajes a Europa en misión militar para la adquisición de equipamiento y diversos materiales. Esas estadías le permitieron tomar contacto con la industria avanzada, profundizar sus estudios de ingeniería, conocer la explosiva situación geopolítica, participar de ejercicios militares en varios países y adentrarse en las nuevas doctrinas de guerra. En particular, la idea de “nación en armas” (p. 200-209), mismo concepto que sirvió de base a la conferencia sobre la defensa nacional de Perón en 1944, en la que por primera vez explicita un programa de gobierno. El planteo era básicamente que, para el resguardo de la soberanía de un país, no alcanzaba ya solo con tener fuerzas armadas adecuadamente preparadas, sino que era preciso lograr un desarrollo económico-productivo por detrás que permita hacer frente a los esfuerzos de guerra. Desde ahí, un sector de los militares se comprometió con los esfuerzos de industrialización del país (además de Mosconi y Perón, pueden mencionarse a Manuel N. Salvio, Alonso Baldrich, Juan Ignacio San Martín, entre otros).

Tras esas largas permanencias en el viejo continente, Mosconi retornó al país en diciembre de 1914. El entonces teniente coronel contaba con 37 años. En marzo de 1915, estando en curso ya la Primera Guerra Mundial, fue designado como Subdirector General de Arsenales de Guerra, pasando en 1916 al cargo de Director del Arsenal “Esteban de Luca”. En esta primera etapa, que se prolongó hasta 1920, comenzó a mostrar su inclinación hacia la producción nacional. Así pues, dada la interrupción de suministros por la conflagración europea, Mosconi impulsó en los arsenales la sustitución de importaciones en materias primas y en repuestos de equipamiento militar.

Aviación, debilidad y juramento

Entre 1920 y 1922, durante la presidencia de Yrigoyen, Mosconi fue designado director del flamante Servicio de Aeronáutica del Ejército. La Gran Guerra de 1914-1918 fue la primera en que la aviación tuvo un rol destacado. Se trataba por entonces de un área de frontera en el conocimiento civil y militar. En esos dos años, Mosconi sentó las bases de lo que desde los sesenta sería la Fuerza Aérea Argentina. Durante ese bienio promovió la creación de aeroclubes en localidades de todo el país (siguiendo el legado del popular Jorge Newbery, fallecido en 1914), estableció las primeras rutas aéreas, ordenó el reclutamiento, generó protocolos de mantenimiento de aeronaves y creó el Grupo 1 de Aviación, constituido por una Plana Mayor, una Escuadrilla de Bombardeo, una de Caza, una Sección Entrenamiento, un Parque Aeronáutico y una Sección Fotografía. Uno de sus rasgos más notables, también presente en su gestión frente a YPF, fue la preocupación por promover el conocimiento local. Con ese objetivo, en 1920 lanzó la revista de aeronáutica “El Palomar”.

Fue a cargo de la aeronáutica militar donde en agosto de 1922 tuvo una experiencia crucial para su vida y la del país. Ante la necesidad de realizar actividades de rutina, Mosconi solicitó aeronafta a la empresa West India Oil Company (Wico), filial de la Standard Oil. Pero esta se negó a proveer el combustible si antes no se abonaba por adelantado la entrega. No existían retrasos en pagos anteriores, por lo que este rechazo le pareció una insolencia al coronel, quien se dirigió en persona a la empresa. Allí recibió la misma respuesta del ejecutivo a cargo de la empresa. Ante lo cual, se preguntó:

“¿Y si en lugar de tratarse de un simple raid de entrenamiento se debiera cumplir la orden de atacar una escuadra enemiga que desde la rada amenazara con sus cañones la ciudad de Buenos Aires? O bien, si se debiera realizar con toda urgencia un ataque aéreo contra una formación enemiga que pusiera en peligro la Capital Federal, ¿qué haríamos en tal circunstancia, en que, por la torpe actitud de un comerciante, nos veíamos impedidos de hacer levantar vuelo a nuestras máquinas por carecer de combustible para ello? Esta reflexión mordió mi espíritu (…). Allí, en el mismo escritorio, me propuse, juramentándome conmigo mismo, cooperar por todos los medios legales a romper los trusts” (p. 30-31).

Constatar la debilidad estratégica en que se encontraba la Argentina al no contar con autoabastecimiento de combustibles le produjo una revelación: acabar con el monopolio del petróleo era el único mecanismo para una adecuada defensa de la soberanía nacional.

Poco después, en octubre del mismo año, recibió en El Palomar la visita de una delegación militar francesa, encabezada por el prestigioso aviador René Fonck. La cobertura mediática del evento dejó a la luz la calidad de la gestión llevada adelante por Mosconi en solo dos años y medio al frente del Servicio Aeronáutico. En ese momento, el electo presidente Marcelo T. de Alvear, sucesor de Yrigoyen, estaba conformando su equipo en las distintas áreas. En ese marco, le ofrecieron a Mosconi una dirección del Ministerio de Agricultura, desconocida y deficitaria, que se hallaba vacante: Yacimientos Petrolíferos Fiscales. Recordando aquel juramento, el coronel aceptó gustoso la designación a fines de octubre de 1922.

Petróleo y desarrollo nacional 

La situación de la dirección era deplorable. El informe oficial de la Contaduría General de la Nación no da lugar a dudas (p. 51-54). Como consecuencia, a pesar de contar con explotación petrolera desde 1907, todo el combustible que se usaba en la Argentina era importado y dependía del abastecimiento de corporaciones extranjeras (trusts). El país, afirma Mosconi, se encontraba en situación de peligro (podían cortarle el suministro), inferioridad (no explotaba sus recursos) y desventaja (pagaba un precio oneroso) (p. 29-30).

Con ese punto de partida, fue épico lo logrado por Mosconi y su equipo en ocho años al frente de YPF. Incluso esta sigla, como marca comercial, fue creada durante su gestión. Hay abundantes materiales que resumen los alcances de su obra, por lo que no vamos a entrar en detalles. Solo ofrecemos algunos indicadores que dan cuenta de los logros principales:

  • Al asumir, encontró una administración deficitaria, que demandaba recursos del Tesoro de la Nación; al concluir, dejó una organización superavitaria en todos los órdenes, cuyo crecimiento se basaba en las propias utilidades generadas (cap. 14);
  • En 1922, había un solo despacho de petróleo crudo en la Dársena Sur para empleo en calderas; en 1930, funcionaban más de dos mil surtidores con distintos tipos de combustibles refinados a los que se abastecía mediante una red de distribución con transporte marítimo, fluvial y terrestre y plantas de almacenaje en distintas provincias (p. 169);
  • En 1922 se contaba con cuatro buques-tanque con 21.520 toneladas de carga; hacia 1930 operaban otros tres buques-tanque con 24.780 tn, más nueve embarcaciones menores entre remolcadores, lanchas cisterna y de carga (cap. 11);
  • En 1925 se puso en marcha la Destilería de La Plata, la décima más grande del mundo en su momento y la mayor de América Latina por varias décadas, con capacidad para refinar todo el petróleo de producción fiscal (cap. 8);
  • Se logró rebajar el precio de venta del combustible y estableció un valor uniforme a nivel nacional, logrando el segundo precio de venta más bajo de América Latina, a solo un centavo de México (cap. 13).
  • En 1922, existía únicamente la explotación de Comodoro Rivadavia, produciendo 450.000m3/año; al finalizar, en la misma región se extraían 1.400.000 m3/año (incluyendo 600.000 de privados) y se había sumado Plaza Huincul con 180.000 m3/año (de los cuales 80.000 eran fiscales). Para lograr esas metas, se realizaron importantes inversiones tecnológicas en generación eléctrica y sistemas de bombeo;
  • Se crearon las divisiones de topografía, geofísica y geología, que permitieron un mejor aprovechamiento de áreas en explotación y la proyección de nuevas áreas a explorar, que con el tiempo fueron efectivamente explotadas, tales como campos en Mendoza y Salta (cap. 5);
  • Se construyó un impresionante edificio para la administración central en Buenos Aires, parte de lo que luego fue la imponente sede del Ministerio de Agricultura en Paseo Colón 922 (cap. 6);
  • Promovió el conocimiento local, mediante la difusión, la investigación y la formación técnica especializada, destacándose la creación de la revista “Boletín de Informaciones Petrolíferas” y la fundación del Instituto del Petróleo en conjunto con la UBA (actualmente, IGPUBA) (cap. 7).

Debe resaltarse que toda esta expansión se sustentó con los recursos generados por la propia explotación petrolera. No sólo YPF no demandó fondos del gobierno nacional, sino que, además, permitió el financiamiento de las importantes obras de vialidad de los años treinta (imprescindibles para acompañar el desarrollo del transporte automotor en el país) y desplegó una labor de construcción de ciudades en regiones patagónicas y de frontera prácticamente despobladas.

Todo ello fue resultado de un esfuerzo notable en materia de gestión y planificación que debe ser recuperado como modelo en el ámbito público, especialmente en empresas del Estado. Mosconi se enorgullecía de ello y polemizaba de modo contundente contra quienes alegaban que el Estado no podía ser eficiente (p. 28). No es que no tuviera dificultades ni previera complicaciones: por eso mismo puso un gran cuidado en evitar robos y sabotajes estableciendo un alto control de los recursos mediante “normas de una correcta administración”. Asimismo, cuidó la autonomía operativa de la empresa, evitando caer en las rencillas de la “la pequeña política” (p. 58). En otros términos, trató de hacer de la política petrolífera una política de Estado.

Por último, Mosconi anticipó al justicialismo en cuanto a la búsqueda del bienestar de los trabajadores. Gran parte de los beneficios que gozaba el personal de YPF desde los años veinte fueron los que desde el ascenso de Perón se volvieron derechos universales y conquistas sociales masivas (cap. 4). Es notable que Mosconi habla en 1936 de “solidaridad social” en idéntico sentido al de justicia social (p. 241), definiendo que “para bien de la Nación y la prosperidad de sus habitantes es menester contemplar siempre en primer término la situación del hombre, obrero o empleado” ( p. 240). Entendió, además, la importancia de trabajar sobre la moral y el espíritu de los trabajadores, para hacerlos sentir parte de la misión y los objetivos de YPF y la nación argentina de conjunto (un aspecto que, como hemos visto, se ha descuidado por completo en tiempos recientes).

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