En toda ciudad existen personajes que a lo largo de su vida se van ganando un espacio dentro de la historia, no por sus cualidades o logros, sino porque tienen ese don inexplicable de ser populares, carismáticos, queridos. Forman parte del acerbo cultural de la comunidad y el anecdotario colectivo.
Carlitos Juárez,tenía 46 años,su trabajo era abrir la puerta de los remis en la terminal de ómnibus. Su adicción a la bebida y su miseria extrema estaba siempre sonriente, feliz. No molestaba a nadie y tampoco pedía nada, solo vivía de lo que la buena gente le daba.
Estaba en todas las fiestas de la ciudad y su trabajo principal era abrir y cerrar las puertas de los taxis y remises de la terminal de ómnibus.
Carlos Juárez era simple, amable y con un solo enemigo, un enemigo pero tan peligroso y asesino que le provocó la muerte. EL ALCOHOL
Allí en su lugar en el mundo la estación de trenes fue encontrado ayer domingo, entre las vías y sin vida.
“El día domingo tuvimos el lamentable deceso del ciudadano Carlos Juárez- Cantinflas- mayor de edad quien vivía en la indigencia en la zona de la estación fue encontrado aproximadamente a las ocho menos cuarto de la mañana a la altura de lo que es la estación del ferrocarril bajo el andén. El tren le había pisado unas de sus extremidades y bueno fue encontrado fallecido por el propio personal de la estación cuando se constituyó a trabajar.”Dice el informe policial.
Se nos fue Cantinflas, Carlitos, un personaje popular, tan valioso para la cultura de un pueblo como el más distinguido ciudadano.
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