La Secretaría de Derechos Humanos expresa su profundo dolor por la muerte de Esperanza Catalina Pérez de Labrador a los 89 años, incansable luchadora por los derechos humanos, Madre de Plaza de Mayo quien falleció ayer en un hospital de Madrid, España, donde estaba radicada.
Esperanza Pérez Labrador nació en 1922 en Camagüey, Cuba desde donde emigró muy joven hacia España, país que abandonó en 1950 al finalizar la guerra civil para afincarse en Rosario junto con su marido, Víctor. Fue allí donde Esperanza y su marido formaron una familia que luego fue destruida por la dictadura cívico-militar que desapareció a su hijo menor Miguel Ángel cuando salía de la casa familiar el 13 de septiembre de 1976.
Dos meses más tarde, el 10 de noviembre, fueron asesinados su marido Víctor, su hijo Palmiro, de 28 años junto con su compañera Edith Graciela Koatz de 25. Desde ese momento la lucha de Esperanza fue incesante, nunca se cansaba de repetir «Yo me decía: ‘si ya han matado a mi marido y a mis hijos, qué importa que me maten a mí».
En plena dictadura, Esperanza se plantaba todos los días ante las oficinas del genocida Galtieri, hasta que éste la recibió para decirle que la muerte de su esposo fue «un error» pero que sus hijos eran montoneros. Esperanza se lanzó entonces contra él, le agarró de la pechera del uniforme y le gritó «!asesino, criminal!».
Su historia fue una de las razones por las cuales en 1996 el juez español Baltasar Garzón abrió un proceso contra la dictadura cívico-militar argentina e inspiró el libro “Esperanza” que fuera presentado en septiembre pasado escrito por el periodista español Jesús María Santos a partir de 250 folios manuscritos en los que Pérez Labrador dejó sus recuerdos y de largas conversaciones que mantuvieron.
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