ROMA.- Después de años de arduas y penosas batallas legales, a las 11.05 de hoy murió Mario, nombre ficticio de un hombre de 44 años que en 2010 había quedado tetrapléjico debido a un terrible accidente de tránsito, que se convirtió en el primer italiano que logró acceder al suicidio asistido en forma legal. “Ahora finalmente soy libre de volar adonde quiero”, fueron sus últimas palabras.

Aunque en la mayoritariamente católica Italia tanto el suicidio asistido como la eutanasia están prohibidos, Mario había obtenido el vía libre a quitarse la vida en noviembre pasado, después de que un comité ético de un centro sanitario de las Marcas, en el centro del país, donde vivía, decidió que en su caso se daban las condiciones, en base a una sentencia de la Corte Constitucional sobre un caso similar.

La Asociación Luca Coscioni, que acompañó desde el primer momento a Mario en su batalla para morir, en un comunicado, tal como habían acordado, amén de dar la noticia de su muerte, reveló su verdadera identidad: se llamaba Federico Carboni. Y dio detalles sobre su suicidio asistido.

“Federico murió en su casa de Senigallia (provincia de Ancona) después de haberse autosuministrado el fármaco letal a través de un aparato para tal fin, que costó unos 5000 euros, que estuvieron totalmente a su cargo y para los que la Asociación Luca Coscioni había lanzado una colecta de fondos”, precisó.

La Asociación Coscioni, que lucha por la legalización de la eutanasia, nació en 2002 en recuerdo de un economista homónimo que murió a los 38 años en 2006 por esclerosis lateral amiotrófica (ELA). Suele ayudar y asesorar a los enfermos en este tipo de situaciones dramáticas.

En el momento del suicidio asistido, junto a Federico estuvieron sus familiares, amigos y Marco Cappato y Filomena Gallo, dirigentes históricos de la Asociación Luca Coscioni. El procedimiento ocurrió bajo la supervisión de Mario Riccio, médico anestesista de Piergiorgio Welby –otro caso trístemente famoso en Italia de un enfermo postrado desde hace años, inmovilizado y sin poder comunicar, que logró ser desconectado en 2006-, que también fue consultor de Carboni durante el proceso judicial emprendido para morir.

El suicidio asistido prevé la acción de la persona que lo solicita y no permite la intervención de ningún médico que, en cambio, sería posible en el caso de eutanasia. “Mario” solo lograba, con enorme esfuerzo, mover el meñique de la mano derecha.

La despedida de “Mario”

 

Nacido en 1978, Carboni, camionero, era tetrapléjico desde 2010, cuando tuvo un gravísimo accidente de tránsito que le provocó la fractura de la columna vertebral, con la consecuente lesión a la médula espinal. Padecía otras graves patologías y, como él mismo recordó en sus últimas y conmovedoras palabras, había intentado todo lo posible para recuperarse. Pero sus condiciones eran irreversibles.

“No niego que me da pena despedirme de la vida, sería falso y mentiroso si dijera lo contrario porque la vida es fantástica y solo tenemos una”, hizo saber antes de morir Carboni, según consignó el mismo comunicado de la Asociación Coscioni. “Pero lamentablemente así fueron las cosas. Hice todo lo posible para lograr vivir lo mejor posible y para tratar de recuperar lo máximo de mi discapacidad, pero llegué al límite tanto mental, como físico. No tengo ninguna autonomía en mi vida cotidiana, estoy a merced de los eventos, dependo de otros en todo, soy como un barco a la deriva en el océano”, siguió.

“Soy consciente de mis condiciones físicas y de las perspectivas futuras, así que estoy totalmente tranquilo por lo que haré. Con la Asociación Luca Coscioni nos hemos defendido atacando y hemos atacado defendiéndonos, hemos hecho jurisprudencia y un pedazo de historia en nuestro país y estoy orgulloso y honrado de haber estado a su lado”, aseguró. “Ahora finalmente soy libre de volar adonde quiero”, se despidió.

Cuatro requisitos

La Asociación Coscioni agradeció la confianza de Federico, que en 2020 los contactó para pedirles ayuda para poder viajar a Suiza para cumplir con su voluntad de morir, pero que, después, optó por hacer valer sus derechos en Italia. Fue así que se convirtió en el primer italiano que le pidió formalmente a su centro sanitario público que aplicara una sentencia con la que la Corte Constitucional se había expedido en un caso similar, en septiembre de 2019.

Este fallo, considerado histórico porque de hecho abrió la puerta a la eutanasia, tuvo que ver con el caso del famoso DJ Fabo (un disk jockey llamado Fabiano Antoniani) que tras quedar postrado, inmóvil y ciego durante años después de un accidente, fue acompañado en 2017 a Suiza para suicidarse en una llamada “clínica de la muerte”, con la asistencia de Cappato, tesorero y líder de la Asociación Coscioni.

La Corte Constitucional consideró no punible el delito de ayuda al suicidio del que había sido acusado Cappato, porque había cuatro requisitos que lo hacían no punible: la patología de Fabo era irreversible; era fuente de sufrimientos intolerables; le estaban siendo suministrados tratamientos vitales; y era capaz de tomar decisiones libres y conscientes. Esas mismas condiciones aplicaban en el caso de “Mario”.

La Asociación Luca Coscioni, que manifestó toda su cercanía a la mamá, a los amigos y a todas las personas “que quisieron a Federico”, elogió su tenacidad, “que no solo le permitió obtener lo que quería, sino también, le abrió el camino a todos aquellos que de ahora en más se encontrarán en sus condiciones”. “Por Federico, la Asociación Luca Coscioni tuvo que sustituir al Estado en la actuación de los derechos”, denunciaron finalmente Cappato y su colega, Gallo, que aseguraron que seguirán ayudando de igual modo a quienes se lo soliciten.

La Nación

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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