Expresión usada muchas veces, muy asertiva en este caso.
Foto Municipio Bahía Blanca
Días atrás una de las nueve ciudades mas pobladas de la Argentina, Bahía Blanca ubicada en la Pcia de Bs As fue arrasada por una catástrofe meteorológica sin precedentes.
En solo un día llovieron 290 milímetros, un volumen extraordinario de precipitaciones en tan solo unas horas, entre la mañana y la tarde del viernes pasado.
El desborde del arroyo Napostá y del canal Maldonado dejaron gran parte de la ciudad bajo el agua. Seguramente factores determinantes como la intensa lluvia, la ubicación geográfica, la pleamar, deficiencias en su planificación urbana y el innegable cambio climático serán causas para analizar.
Bahía Blanca atraviesa por estos momentos una emergencia catalogada como una tragedia: 16 muertos, decenas de familias evacuadas, otras decenas de personas con las que aún no se pudo hacer contacto, dos pequeñas niñas arrancadas por la correntada de los brazos de su madre que aún no aparecen, algunas zonas anegadas de agua y barro porque aún no drenaron, escuelas arruinadas que por fortuna estaban vacías (la Jefatura Distrital había suspendido las clases por la amenaza del temporal), un hospital que demandará millones para recuperarse y una ciudad que necesitará ser reconstruida casi totalmente.
Ante la ausencia del Estado nacional urge ayudar a las personas damnificadas sin viviendas, comida, ropa. Muchos perdieron todo. O casi todos perdieron todo. Y acá aparece en esencia lo que caracteriza a la gente común y corriente de la Argentina: la solidaridad.
Es una luz de esperanza de que aún no todo está perdido, que el otro importa, existe y que la humanidad está entera en la sociedad.
Esta catástrofe tal vez vino para recordarnos lo importante: que ante el sufrimiento o el padecer del prójimo la gente es sensible, voluntariosa y compasiva. y que nadie se salva solo.
Es necesario rescatar esta noble actitud del pueblo unido dado que quienes nos representan en el poder y nos dirigen «estamos haciendo las cuentas», dijo Caputo, el Ministro de Economía o reacciones tardías como la del Presidente Milei que se acercó varios días después, evaluando primero si convenía o no a su imagen, o el gobernador de Buenos Aires, Kicillof implorando una reunión con el primer mandatario para trabajar en conjunto por un Estado presente en esta emergencia y sugiriendo que una porción del préstamo del FMI sea destinada a reconstruir la ciudad.
Finalmente el pueblo es quien salva al pueblo, ante situaciones extremas: con el corazón, sin partido con lo que puede, hasta con lo que no tiene, pero sobre todo con el sentimiento de ayudar al otro, porque nadie se salva solo.
Fotos Municipio Bahía Blanca
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