En aquél lugar cabían todos los sueños,
el azul, traía inevitable ese hálito de vida
y el olor verde de las macetas se quedaba prendido en el contorno de la nariz,
en aquel sitio, lleno de habitantes mudos, se percibía casi con orgullo, que la vida
era vida del derecho y del revés.
te acordás de los malvones rojos?, del galpón de chapas?,
de la abuela saliendo de la cocina con la fuente y el delantal mojado?
te acordás del armario marrón, y el patio de ladrillos?
pucha..digo, si la vida se gozaba, se olía, se palpaba tan solo con correr hasta allí,
sentarse en el banco amarillo y comer la naranja partida por la mitad
con la cáscara puesta.
Maria Teresa Difalco
Poeta Baraderense
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