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Las campanillas de los jacarandás tapizan las veredas frente a la iglesia, al Social, al hotel y a la intendencia / Recién bañado / el pelo limpio alisado a Lord Cheseline /el cuello perfumado con Old Spice [bajo el pañuelo de seda anudadito ‘a lo gaucho’] / los pantalones beige Saint Tropez de tiro corto y cinturón finito de cuero al tono / la camisa crema de estampado búlgaro ocre ymarrón / en la muñeca, el último reloj arrancado de la vidriera del negocio de papá / sobre mocasines suaves rumbeo a lo de Vega después de la tarde en el Regatas; los músculos tensos de remar y nadar; la piel tirante de tanto sol / En la frescura de la noche joven, todavía el aroma a la tierra mojada sobre el asfalto después del regador / Los coches [muchos, cero kilómetro] estacionados [pero abiertos, sin llave] a lo largo de Santa María de Oro [los mismos que antes se embotellaron en las cuatro esquinas de la plaza por su destino circular] / Las mesas de afuera de Las Naciones acaban donde las de Viale las detienen / De esquina a esquina, Cinzano con fernet y picoteo / En lo de Willi, el trencito eléctrico viaja su elipse de acero detrás de los tempraneros vidrios navideños/ Los muchachones se apoyan en los parapetos de los ventanales de La Suiza [todas las mesas ocupadas] / Enriquito pasa con su mina sampedrina en el MG convertible inglés de ella / La barra mira en silencio / De pelo negro lacio, Reinoso [que jamás se sienta con nosotros], nos amonesta: “Ustedes vuelan, queridos. ¡Aterricen pajaritos!” / En la cuadra vacía [en la que un día vivirá mi hermana Pupi] hay solamente tres locales: la Zapatería Bertol, el Café Bonafide y la Florería Amancay / El Comité Radical del Pueblo ha blanqueado la pared de ladrillo visto [este mes debe venir Balbín] / En la despensa de la esquina, los cajones de fruta están colmados / Los trajes negros de Ñaró se perfilan como deudos en un velorio / Desde aquí ya oigo el saxofón [el Conde Ursi le habrá dicho a Fatiga, “Gordo, un Old Smuggler con dos cubitos; y Fausto Papetti, s’il vous plait”] / Los tres escalones y [como en un saloon del Far West] empujo la doble puerta vaivén y me interno en un fog de Jockeys y Particulares donde ocurre la algarabía cuyo significado será mi sino descifrar / Gracias a la vida

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Hugo Pezzini – Río de Janeiro, mayo 2014

Comentarios de Facebook

3 COMENTARIOS

  1. Excelente. Un pedazo de nostalgia. Tal como nos tienes acostumbrados, Hugo. Abrazo

  2. Super GENIAL.
    Se me eriza la piel. Recordar la zapateŕía, a Don Lenguitti, a Pajarito, al gordo Fatiga,por supuesto también los dos Pepe, al lagarto Juan y recordar esa barra larga donde nos tomabamos varios whiskies y pasabamos largas horas en lo Vega.Como decís gracias a la vida y que hermosa adolescencia.
    Gracias Mono por todo lo que escribís.

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