Por: Luis Verdina
Corría el mes de Septiembre u Octubre de 1971, yo apenas un adolescente e ignorando en gran parte aún la efervescencia política que se estaba gestando ocurrió un hecho anecdótico que iba a tener mas adelante una implicancia en mi forma de ver la religión y la política. Mi padre me llevó con él esa noche al club Sportivo. No había baile, ni cena ni ninguna otra actividad relacionada con lo habitual, no obstante a mi siempre me gustaba ir con él al club, tampoco pregunté. Llegamos al subsuelo, era un lugar chico, había pocas luces y las ventanas ubicadas al ras de la vereda estaban tapadas con papel. Estaba claro que «no había que hacer banderola». Le pregunté a papá que iba a ocurrir, «va hablar un cura tercermundista», me dijo, «¿no será como el cura que nos confiesa en la escuela, no?», me miró y se rio, años mas tarde entendí esa risa.
Papá no era católico practicante aunque mi abuela Rosa lo hacía rezar cuando era chico todas las noches en latín, y eso ya era extraño, me despertaba cierta intriga el hecho de que él se interesara por la charla de un cura.
Cuando entró con su clásica campera los «muchachos» lo abrazaban emocionados y de todo lo que dijo hubo una frase que jamás olvidaré, me llamó la atención a pesar de mi corta edad e ignorancia, y me quedó grabada para siempre ayudándome en un futuro próximo a empezar a entender de que se trataba todo.
«A un pobre, antes de leerle el evangelio, me preocupo y ocupo de conseguirle comida, que tenga para vestirse, el abrigo, de hacerlo fuera de esas condiciones sería contradecir el evangelio mismo». Palabras mas palabras menos, el mensaje hizo un click en mi cabeza y que también me ayudaría a comenzar a deconstruir lo que se trataba de inculcar en la escuela.
Cuando regresábamos a casa le dije a papá «le voy a decir al cura que si va a confesarse un chico pobre que primero le de de comer y le de ropa», papá me miró me acarició el flequillo y me dijo «ni se te ocurra, te va a echar a la mierda».
Agradezco a D. G., la data sobre el mes y el año en que ocurrió el hecho , yo no recordaba bien la fecha, su padre, junto a otros militantes jóvenes de aquella época, fue uno de los que organizaron el arribo de Mugica a Baradero.
A 47 años del asesinato de Mugica esta anécdota personal para quien le interese leerla.

Comentarios de Facebook