El deterioro social que ha generado el macrismo en Argentina es profundo. Una de las consecuencias es la disparada de la pobreza y la indigencia y con ello del hambre. El 38% de los argentinos es pobre y en los menores de 18 años esa cifra supera el 50%. El programa Argentina contra el Hambre se propone enfrentar la situación más urgente: que no falte la comida en los hogares.

Por Santiago Erroz

El pasado 7 de octubre, en la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires, Alberto Fernández lanzó el programa ‘’Argentina contra el Hambre’’ del que participaron sindicatos, movimientos sociales y empresarios, entre otros actores sociales. En su discurso, el ahora presidente electo, detalló algunos lineamientos del programa como, por ejemplo, la baja en los precios de la canasta básica de alimentos. Un plan al que calificó como una “obsesión personal”.

Los ejes restantes van desde mejorar la calidad nutricional de los alimentos, crear empleos y mejorar el nivel de ingresos, hasta implementar un sistema de alimentación sustentable y sostenible teniendo en cuenta el consumo y la producción.

Para cumplirlos, se propone facilitar el acceso a los alimentos básicos; crear un Consejo Federal; aceitar los canales de comercialización y la participación de la economía social en los mismos (la reciente sanción de Ley de Góndolas va en ese sentido); un Programa Nacional de Seguridad Alimentaria (actualmente tiene rango de Plan y es más acotado) y federalizar el financiamiento de las políticas en esta materia para no aplicar modelos que no contemplan ninguna especificidad del territorio en el que desarrollan.

“La lucha contra el hambre arranca el 10 de diciembre y es prioridad en la agenda del nuevo gobierno”.

Aquel día, los detalles fueron comunicados por Daniel Arroyo completando el dúo de oradores de la jornada. Con esto, tenemos una certeza sobre la nueva gestión: la lucha contra el hambre arranca el 10 de diciembre y es prioridad en la agenda del nuevo gobierno.

‘’Argentina contra el hambre’’, si bien es una decisión política, tiene indicadores que impulsan su urgente puesta en marcha. El deterioro que ha habido en tan poco tiempo es lo que lleva a que el concepto de grieta no aplique en este caso y que la problemática requiera una acción rápida.

Hay un antecedente reciente: el lanzamiento de la campaña ‘’Comer Bien’’ en la Cámara de Diputados de la Nación, dónde estuvieron presentes los jefes y jefas de los bloques más numerosos (incluido el PRO), antesala de la aprobación de la Ley de Prórroga de Emergencia Alimentaria. La campaña tiene, entre tantos otros objetivos, realizar un diagnóstico más específico del mapa del hambre en el país, censando comedores y merenderos con detalles como la cantidad de niños y niñas que asisten, además de georrefenciarlos y facilitar el contacto entre los espacios de contención y aquellas personas e instituciones que quieran aportar a la causa.

El contexto es grave y el concepto de catástrofe social no es exagerado. Según estimaciones privadas realizadas luego la pobreza en Argentina ronda el 38% de la población

El contexto es grave y el concepto de catástrofe social no es exagerado. Según estimaciones privadas realizadas luego de la devaluación post-PASO, la pobreza en Argentina ronda el 38% de la población. Esto implica un total de 17 millones de personas, de las cuales 4,5 millones se incorporaron desde diciembre de 2017. Con respecto a la indigencia, el dato actualizado al presente año llegaría a un 9% (estimación conservadora) representando a 4 millones de personas. Esto es casi el doble que en diciembre de 2017 y, de ese total, 1,4 millones se encuentran en edad vulnerable (menos de 18 y más de 70 años).

A su vez, según el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentinael 51,7% de niños, niñas y adolescentes de entre 0 y 17 años son pobres en términos monetarios, representando a 6,8 millones. Estos números son aún peores si se analiza sólo el Conurbano, dónde más de 6 de cada 10 niños son pobres.

Otro dato preocupante es que la desocupación afecta al 10,6% según el último dato oficial, con proyecciones que superan el 12% actualmente. Es decir que, en un escenario de mínima, más de 2 millones de personas buscan trabajo y no lo encuentran, habiéndose incorporando 650 mil desde diciembre 2017.

Por otro lado, la Canasta Básica Total (CBT) llegó a los $ 35.647 para una familia tipo de 4 integrantes como umbral mínimo para no caer en la pobreza en octubre, acumulando casi 40% en lo que va del año y 47,1% en los últimos 12 meses. Por otro lado, el Salario Mínimo Vital y Móvil, que fue actualizado, alcanzó a $ 16.875 en octubre. Es decir, menos de la mitad que el valor de la CBT para este tipo de familia. Con el mismo criterio, la Canasta Básica Alimentaria superó los $ 14.200 fijando en ese valor el nuevo límite para no caer en la indigencia para el mismo tipo de familia. Según el INDEC, la inflación de octubre fue del 3,3% y específicamente la del rubro Alimentos del 2,5%, que acumula más de un 44% en los primeros 10 meses del año y 51,8% en los últimos 12. La tendencia es indiscutible: el precio de los alimentos crece por encima del promedio, afectando relativamente más a aquellas familias que gastan una porción mayor de sus ingresos en alimentos.

El precio de los alimentos crece por encima del promedio. Eso afecta a aquellas familias que gastan una porción mayor de sus ingresos en alimentos.

Más específicamente y para ejemplificar, el litro de leche varió un 70% en los últimos 12 meses y su consumo per cápita por año es el más bajo desde 1990. Con respecto a la carne y sus derivados, sus precios subieron entre un 49% y un 57% dependiendo la región del país y, a su vez, el consumo per cápita ronda los 50 kilos para los primeros 9 meses del año y representa 7 kilos menos que el mismo período del año anterior. Seamos claros: más allá de la discusión sobre los aportes nutricionales de los lácteos y la carne que algunos medios han intentado imponer para desviar el eje de las reales causas de la caída del consumo, en el imaginario colectivo estos alimentos son sinónimo de una buena alimentación, y su caída se explica por la falta de plata en el bolsillo de las familias.

Como verán, son acabadas las fundamentaciones para reconocer que en el país que produce comida para 400 millones de personas, en el supermercado del mundo, una buena parte de su población no puede asegurarse un plato de comida antes de irse a dormir.

‘’Argentina contra el Hambre’’ se pone como objetivo nada fácil terminar con este flagelo y, en ese sentido, ya comenzó a funcionar  el Consejo Federal que conforman varios actores de la comunidad y llamó la atención su variedad. Participaron no sólo el presidente electo, sindicatos, movimientos sociales y organismos de Derechos Humanos, también estuvieron Narda Lepes y Marcelo Tinelli, entre otros y otras.

A su vez, se conocieron algunos detalles de la futura aplicación de una tarjeta alimentaria que estará destinada a casi 2 millones de madres y padres de niños y niñas menores de 6 años, como así también a aquellas personas que sean responsables de comedores y merenderos, y que sólo servirá para adquirir alimentos.

El escenario, si bien no es el ideal, tiene un horizonte positivo por la prioridad que se supone tendrá en la nueva gestión y por el nivel de acuerdo político que hay en torno a esta problemática entre casi todos los sectores, incluso de la política partidaria. El Programa es más ambicioso e inclusivo que sus antecesores e intentará coordinar muchas iniciativas ya existentes y ahí estará su éxito, en la originalidad para hacer confluir intereses variopintos y generar un piso de mínima, una política de Estado, que no es ni más ni menos que ningún argentino y ninguna argentina tenga hambre al final del día.

(*) Licenciado en Economía UBA – Bloque Diputados Movimiento Evita

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