
Se llama Alexis. Cuenta con nada más que 21 años, vive solo y, como tantos otros jóvenes que pueblan nuestra bendita tierra, desea trabajar. No tiene otra pretensión cosa que, se entiende claramente, no es algo fuera de lugar, al contrario.
Todo se empieza a complicar cuando Alexis comprueba que pese a su empeño a sus ganas de trabajar, no consigue hacerlo. Busca, pregunta, se ofrece… y nada. Un poco harto de la situación, como estaría cualquiera en su lugar, decidió hacer público su pedido de trabajo y para ello imprimió una serie de carteles solicitándolo. Alexis pegó esos carteles (foto) en columnas de iluminación, en postes de sostén de líneas eléctricas con la ilusión de que alguien se comunique con él para hacer realidad su anhelo. Pero hasta ayer, al menos, no lo ha conseguido.
La actitud de este joven baraderense revela varias cosas, que no es verdad que nadie quiere trabajar, que no es cierto que cuando alguien necesita una persona para hacer un trabajo, no la consigue en ninguna parte. El prejuicio está tan acendrado en muchas pernas que ni siquiera viendo hechos como este de Alexis, admiten que la verdadera razón de la desocupación es la falta de trabajo y no la falta de trabajadores.
Ojalá estas pocas líneas sirvan para que alguna persona crea que Alexis merezca la oportunidad de trabajar, algo que es un derecho de todos y que en los últimos años se ha convertido en privilegio de algunos, que cada día son menos.
El Diario de Baradero
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