Hace unos meses, la verdulería y frutería ubicada en Gazcón y Laprida fue objeto de un robo, ahora nuevamente es víctima de otra cuestión sumamente desagradable ocurrida en la madrugada de ayer.
Por la mañana temprano, cuando la señora Sandra de Andacaba llegó a su comercio, se encontró con que por debajo de la puerta de ingreso al local comercial se escurría un líquido que, en un principio pensó que era agua proveniente del descongelamiento de una heladera que hay en el recinto, pero al disponerse a abrir notó uno de los dos vidrios que tiene la puerta de acceso había sido roto.
Ya convencida que estaba en presencia de algo anormal, observó que había vidrios rotos que no pertenecían a la puerta sino a una botella que contenía nafta y a la que le habían colocado en su pico un trapo a manera de tapón, es decir que se trataba de un clásico cóctel molotov que, por suerte, no fue encendido por los que lo arrojaron.
Poco más tarde, también pudo observar la señora que, en una pared de enfrente a su negocio y que pertenece a una pescadería, habían dejado, mediante el uso de pintura en aerosol, la siguiente inscripción: «Bolita narco».
Algunos vecinos le informaron a los Andacaba, que en horas de la madrugada, dos personas tripulando una moto la estacionaron sobre Laprida al 1300, a escasos metros de la esquina de Gazcón; que mientras una permanecía sobre el rodado la otra bajó y al cabo de un corto lapso regresó, subió a la moto y los dos se retiraron del lugar. La persona informante no vio qué hizo quien descendió, pero no resulta difícil conjeturarlo.
¿Qué es esto?
Los Andacaba forman parte de una numerosa familia establecida desde hace unos años en Baradero; Juan Andacaba y su esposa son bolivianos ambos, tienen siete hijos argentinos y toda la familia trabaja en la comercialización de frutas y verduras; se trata de una familia constituida por personas muy respetuosas y de esforzado trabajo. Muchas de las verduras y frutas que venden las producen ellos mismos y el resto lo traen del mercado de Escobar hacia donde viajan continuamente en horas en que la mayoría de las demás personas están dedicadas al descanso. Fruto de su duro esfuerzo y de una solidaridad familiar ejemplar, han ido progresando sin apoyarse en otras espaldas que no sean las propias y sin perjudicar a nadie. No se entiende entonces a qué vienen estos ataques y se habla en plural porque en otro local comercial que Juan Andacaba abrió hace pocos días en calle Manuel Belgrano, aparecieron pintadas expresiones agraviantes hacia la familia.
Conocemos de años a los Andacaba y sabemos que por un firme sentimiento religioso no sólo no prueban el alcohol, ni siquiera lo mencionan y tratan de estar lo más lejos posible de él. Hasta resulta gracioso, si no fuera preocupante todo lo que sucede alrededor de esto, que justamente a personas de esa convicción se las acuse de narcos. Acá sucede alguna otra cosa y dilucidarla es la tarea que ahora tienen en sus manos las autoridades ya que se ha hecho la correspondiente denuncia.
G. M.
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