El Padre Pepe es uno de los párrocos que lucha contra las drogas desde el interior de las villas porteñas. Vivía junto a otros sacerdotes en Villa 21, pero debió dejarla en 2010 tras sufrir amenazas de los narcos.
El sacerdote José María di Paola —o “el padre Pepe”, como todos lo conocen—, nació el 12 de mayo de 1962 en Burzaco, y se ordenó en 1987. Es hijo de José y María, un médico y una ama de casa, y el mayor de tres hermanos. Durante 14 años, fue párroco de la Parroquia Virgen de los Milagros de Caacupé, en la villa 21–24 y Zavaleta, Barracas, de donde tuvo que irse tras recibir amenazas de muerte por su trabajo en la prevención del consumo de drogas. Tras dos años de intensa labor en Campo Gallo, Santiago del Estero, Pepe volvió para instalarse en uno de los asentamientos más pobres del conurbano bonaerense. Desde hace casi 1 año, vive en villa La Cárcova —localidad de José León Suarez, Partido de San Martín— donde, hasta entonces, no lo había hecho ningún cura. Hoy, tiene a cargo un área pastoral que abarca villa La Cárcova, cercana a la cual se ubica la capilla Nuestra Señora del Milagro, y los barrios 13 de Julio (también conocido como Ciudad de Dios) e Independencia. En éste último hay dos capillas, San Francisco Solano y Virgen de Itatí. Las villas se encuentran ubicadas a orillas del río Reconquista, uno de los dos más contaminados del país, y se estima que entre las tres viven aproximadamente 20 mil personas.
Amigo del papa Frencisco, el padre Pepe es uno de los referentes de los llamados «Curas Villeros». Juan Ramos, referente de un sector del peronismo local y un activo miembro de la comunidad católica, se reunió con él este domingo donde pepe prometió una visita a Baradero.
Sobre este encuentro, Ramos expresó;
«Terminamos el Día Domingo reunidos con el Padre Pepe Di Paola que es el Coordinador de la Comisión Nacional de Pastoral sobre Droga dependencias, hablamos sobre el contexto social que hoy estamos viviendo. Nos comentó su experiencia y trabajo constante para luchar contra las adicciones y la situación de emergencia nacional que vive nuestro país con este flagelo.
Abordamos la situación preocupante que vivimos en Baradero por causa de las adicciones y su efecto colateral que lleva a la destrucción de familias y de los individuos.
Acordamos su presencia y una charla abierta a la comunidad para este año.
Sin duda un ser excepcional, con una mirada diferente y con mucha vocación de servicio por la Iglesia y comunidad».
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