Al pasar se lo veía de gesto adusto y en silencio «profundo», esperaba, contra el piso, el momento justo para que la rueda del vehículo que por allí pasara, Medrano y Boedo, calzara su rueda (o más), en su cavidad. No obstante ser de vieja data, no faltaba el distraído o ignorante de su existir que caía en la trampa, cosa de la que se daba cuenta, lamentablemente, luego del remezón inevitable.
El alma piadosa de la maquinaria municipal le ha puesto el ojo y, desde hace unos días, para sorpresa de tanto descreído que abunda, se ha vallado el sitio, levantado el trozo de asfalto deteriorado y todo hace presumir que tanto trabajo tiene por finalidad reconstruir el piso. Eso es lo que se espera y además lo que, en mérito a tanto tiempo transcurrido, sería deseable que sucediera en el más corto lapso posible.
El Diario de Baradero
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