Cuando se intenta reconstruir la historia de Baradero, en sus distintas facetas, es casi imposible, son casi 400 años, donde sucedieron muchísimas cosas. Pero ante la frágil memoria y la falta de un soporte digital que la cuente, estas «pequeñas historias» contadas en primera persona, son un mínimo aporte que activa la memoria colectiva.
Hablar de una Orquesta de Bandoneones compuesta por más de una docena de músicos que tocaban al unisonó diferentes melodías, en su mayoría tangos, hoy no es algo común, pero entre mediados de la década del ’70 y parte de la década del ’80, se los encontraba en cenas y bailes de Baradero y la zona. Se formaban en dos líneas, como un equipo de futbol y cada uno tenía su posición.
El fallecimiento de algunos de ellos, el paso del tiempo, el cansancio y otros factores fueron determinantes para que la «Peña de Bandoneones» desapareciera y con ella parte de la historia musical de la ciudad.
Por sus características fueron únicos en el país y recibieron varios reconocimientos.
Uno de sus integrantes, Rubén Silva, habló con BTI y entre otras cosas, destacó que para él lo más lindo de la «Peña» eran los encuentros en la semana para ensayar, donde compartían su pasión por la música, mates, alguna cena y anécdotas, eran un grupo de amigos con un hobby, al cual se lo tomaban muy en serio
“La peña de bandoneones se inicia por una iniciativa de Toto Álvarez que se reúne con varios y nos propone hacer una orquesta de bandoneones. Llegamos a ser diez o doce bandoneones juntos, cuando empezamos éramos como catorce, yo una vez quise anexarle algunos arreglos pero era medio complicado se tocaba mas al unisonó con algunas marcaciones.
En una época estuvimos ensayando donde era Congo, sobre la calle Santa María de Oro y después ensayamos en la Sociedad Francesa.
Algunas de las formaciones de la peña, más que nada la primera, estaba adelante Toto Álvarez, Atilio Tripichio, después seguía yo (Rubén Silva), Ernesto Novella, Domingo Guidi, Alberto Ochoa y Miguel Ruó, después atrás estaban Bulgarella, Atilio Carrizo, Esteban Canepa, Molina, el otro era Medina que no sé donde esta, porque se fue de Baradero, Pedro Marabelli y Marini después se agregó Juan Carlos Franchese, también estuvo Scarfoni y no sé cuantos más.
Ni uno mismo se imaginó que había tantos bandoneonistas en esta ciudad cuando nos reunimos. Las actuaciones durante los fines de semanas se iban graduando porque se nos hacía muy complicado- especialmente cuando tenía él conjunto mío (Tres para el Tango)- y eso es lo que hace que después uno no siga porque cuando estás en familia es muy sacrificado estar perdiendo el fin de semana con la familia.
Yo agarre una época donde íbamos mucho a Zárate, porque Zárate era una buena plaza para el tango y entonces hacían cenas, bailes y la verdad es que nosotros habíamos caído bien y veníamos muy tarde era muy sacrificado en cierta forma.
Yo creo que uno tocaba por satisfacción y desde el 78 que arrancamos llegamos hasta el 80 y pico inclusive y después arme mi propia banda bandoneón, guitarra y piano, deje por el fallecimiento de Canepa, eso influyó porque nos llevábamos muy bien, íbamos a ensayar, hablar de la música, a tomar mates y su pérdida caló muy hondo entre nosotros.
La mayoría aprendió con Chapuis, y creo que fue la única orquesta solo de bandoneones que hubo en el País.
Hoy que soy jubilado son los propios nietos los que me piden que saque el bandoneón y me ponga hacer algo para los míos.”
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