Por Inambú Carrasquero – No nos engañemos. Marchamos hacia las elecciones primarias que se realizarán el 14 de agosto, como adelanto de lo que sucederá en Octubre, en medio de las mentiras, las trapisondas, las careteadas, instaladas, enseñoreadas e institucionalizadas en todos los niveles de la bendita y mentada vida política nacional.
Hace tanto tiempo que permanecemos respirando este aire enrarecido que nos embota y estupidiza, que estamos inermes, sin posibilidades de advertir lo que nos grita la realidad y aceptamos en cambio, con total candidez, que nos cuenten lo que quieran y de acuerdo a la conveniencia de quien encabece el relato.
Lo que es moda, no incomoda, decía mi mamá y nunca mas cierto que ahora. Hay que tener valentía para escuchar a los candidatos, a los chupamedias, a los habladores al pedo que pululan por doquier y que se animan a cualquier parlamento sin que se les mueva un solo músculo de la cara, endurecido por el coraje que brinda el saber que todo es gratis, total nadie ha pagado ni pagará el precio de nada.
No quiero ofrecer ejemplos porque no me perdonaría el cometer la injusticia de dejar maravillosas muestras sin destacar y, para dar el justísimo y debido honor a todos los merecedores de ello, debería amanecerme escribiendo.
Tampoco citaré nombres, ni de aquí, ni de allá, ni de acullá, para no incurrir en dolorosos olvidos, pero tanto en nuestro modestísimo muestrario de carasderroca local como en el más alejado reino de la ciudad de las diagonales y ni hablar del sagrado ámbito imperial de la Casa Rosada, apabullan los ejemplos de genuino coraje para lo que sea menester: declarar, jurar, reivindicar, negar, afirmar, decir, desdecir, juntar, rejuntar, multiplicar, dividir, admitir y prometer sin el más leve temblor en la voz.
Pero lo más enternecedor es nuestra frescura e ingenuidad de infantes encantados frente al espectáculo inédito; sí, inédito, porque aunque hemos presenciado selectísimos capítulos anteriores, como este, ninguno.
Ante cada nuevo y sorprendente episodio, quedamos embobados y paralizados, con el helado pegado en la frente como un adorno distintivo argentino, sabiendo que después de la pauta publicitaria, el bloque siguiente será más subyugante todavía.
Se que esta instancia preelectoral, debería ser una ocasión para la esperanza, para la expectativa feliz y confiada, donde el ánimo para participar y estar informados debería advertirse en todos los ámbitos, en toda la gente, pero ¿cómo puede ser que no lo vea, que no se note entusiasmo por ningún lado?.
Es cierto que ya he escrito acerca de este Karma que soportamos los argentinos, pero déjenme confesar que aun así, cada día que pasa debo dar gracias a Dios cuando compruebo que me ha concedido una capacidad de asombro inagotable.
Hay que estar en el llano! hay que leer los diarios! hay que seguir los rounds de esta campaña salvaje y mugrienta! hay que escuchar al candidateaje y aun así seguir con el trajín cotidiano y hacer la digestión y tratar de pensar con alguna claridad! . . . y mirar jugar a mi nieto, inocente, ajeno a todo e imaginarme su futuro sin sentir un tremendo deseo de llorar.
Me encantaría que alguien me demuestre que soy una repudiable tremendista y que estoy completamente equivocada.
Inambú Carrasquero
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