«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque Él me ha elegido. Me ha enviado para anunciar buenas noticias a los humildes, para sanar a los corazones heridos, para anunciar a los desterrados su liberación y a los presos su vuelta a la luz. Para publicar un año feliz de favores de Yavé. Una corona en vez de cenizas, el aceite de los días alegres en lugar de ropas de luto, cantos de felicidad en vez de pesimismo» Is 61, 1 – 4 Después de haber leído este texto de Isaías, estuve con ánimo de escribir estas líneas para que sea como MI TESTAMENTO.
Me apoyé en las palabras propias para un confirmado en la fe por el Espíritu. El Señor me concedió su gran amor de Padre, llamándome a ser su hijo. Jesús me llamó a ser su discípulo. Y puse en mi boca las palabras para aconsejar como es debido al que está NECESITADO. Cada mañana, Dios me despertó y lo escuché como hacen los discipulos. Me abrió los oídos y yo no me resistí ni me eché atrás. Fue mi gran ilusión acompañar a mi pueblo en todos los momentos de su vida: verlo dormir con seguridad y en paz, verlo levantarse para su trabajo con alegría y esperanza, verlo (cada domingo) reunido en la Casa de los Hermanos para ayudarnos y sentirnos fuertes en la semana comenzada. No busqué quedarme en «mis cosas», sino que procuré buscar al hombre arrepentido y humillado para reanimarlo y alentarlo en la seguridad de que Dios está con nosotros.
Mis exigencias no fueron para humillar, sino para curar o renovar, pensando en la gracia de la virtud y de la verdad para no ser engañados por una falsa religiosidad.
Siempre fue mi deseo que el pueblo progresara en todos los órdenes, y por ello, tuve que aceptar malas interpretaciones, pero mis deseos fueron de crear un ambiente nuevo, joven, alegre y de unidad. Me alegró siempre lo poco y bueno: «el que se gloria, que se gloríe de verdad, sin segundas intenciones».
Con gran amor a los niños y adolescentes me entregué a ellos, porque encontré mucho apoyo en los «momentos difíciles» y por ellos dejé lo mejor: mi juventud, porque creí que por medio de ellos, podía esperar renovación de toda la familia. ¡Claro que fue trabajo lento y de Dios…pero había que preparar el campo».
Tengo muchas otras cosas lindas para escribir, pero es suficiente para comprende el espíritu de estas líneas.
A los miembros de cada Centro y Grupo de Trabajo Pastoral, los felicito por su trabajo humilde y secreto, firmes como para dar lo que dieron. Los consideré siempre personas, y que si a veces parecí ser débil en las determinaciones, no fue por inseguridad, sino para que con el tiempo y la experiencia de los mayores, descubrieran lo que es sentirse responsables de la confianza puesta por la Iglesia en ustedes, porque, lo contrario, sería avergonzarlos o desmerecerlos. Pueden decir que «los mangonié», pero tengo la seguridad de que no fue así, porque quería afirmarlos para que no sean simples comisiones de apoyo, sino activos servidores del Señor, por ser cristianos miembros vivos de la Iglesia. ¡Gente de Dos, siempre adelante, nunca los quise «parados» por el Reino» Que se acuerden de este «cura» pero siempre acompañado de una buena «Jaculatoria» para que me gane el Cielo, y desde allí, los ayudaré a dar testimonio y a la conversión. GRACIAS A TODOS por las cosas lindas: ejemplos, valores, confianza, servicio…
Perdón por la falta de atención o de servicio a todos mis hermanos cristianos (que sepan que luché mucho con mi carácter de «gringo» que me costó muchas lágrimas para mejorarlo)
Me queda decir: «que mi alma tiene sed de Dios ¿Cuándo entraré a ver el rostro del que tanto hablé y con el que animé a mis hermanos?»
Hermanos: «Mi alegría es que ustedes sean alegres en la esperanza, pacientes en la tribulación, perseverantes en la oración» Rom 12,12
Día de su fallecimiento, 14 de Febrero, 2022
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